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Guillermo Vidal: lo mejor de Victoria de las Tunas

Guillermo Vidal: lo mejor de Victoria de las Tunas

"Si quieren saber algo bueno de las Tunas, lean los libros del Caballero Andante. Conozcan la vida de Guillermo Vidal Ortiz. A los que no lo conocieron les señalaría: se han perdido lo mejor de Victoria de las Tunas".

Por Arnoldo Fernández Verdecia.

Mary Luz es una de esas personas que tuvo la suerte de conocer al escritor Guillermo Vidal Ortiz, pues fue su alumna y amiga en la filial del Instituto Superior Pedagógico de Holguín en Las Tunas. Mary conversó, en exclusiva, con Caracol de Agua, para acercarnos al ser humano, al Caballero Andante con quien tuvo el gusto de compartir muchas jornadas de la vida.

¿Mary Luz, dónde conociste a Guillermo Vidal Ortiz?

"En la filial universitaria de las Tunas".

¿Cuáles fueron las motivaciones que te acercaron al Guille?

"Antes de ser profesor del grupo de nosotros, nos acercábamos a él a pedirle que nos explicara algún contenido de literatura; ahí comenzamos nuestra relación alumno-profesor. El hecho que nos fue uniendo más es que se enamoró de mi amiga Clarisbel; ella tenía o tiene un “culo” espectacular; creo que ese era el motivo fundamental. A primera vista el amor entró por sus ojos".

¿Cómo alumna del Guille qué anécdotas recuerdas de él?

"Te diré que era de esos profesores que nunca puedes olvidar, pues desde que llegaba al aula sus clases eran magníficas, tan amenas que no te aburrías para nada. En las mismas te podía hablar de cualquier otro tema. Incluso si algún alumno estaba despistado lo trataba sin problema. Recuerdo que sus clases eran después de almuerzo, en la tarde. Cuando aquello el hotel Tunas estaba súper bueno; imagínate, nosotros éramos del municipio Puerto Padre y siempre estábamos locas porque llegara la hora del almuerzo. Con él no teníamos problemas si llegábamos tarde. Si por casualidad sabíamos que no íbamos a regresar, se lo informábamos de antemano. Guille no voy a tu clase. Ok, copia la clase y ponte al día, nos decía. Ante todo era amigo y hombre.

En aquella época, la filial de las Tunas era regida por el pedagógico de Holguín; pues bien, en la prueba final de literatura fui a exponer mi tema, recuerdo eran 3 profesores de Holguín en la mesa y el Guille también estaba. Uno se sentaba delante; mis pies quedaban debajo de la mesa de ellos. Recuerdo que al exponer, nadie de Holguín me hizo preguntas, pero el Guille de jodedor me hizo una, se la respondí, y cuando creí que iba a hacerme otra le metí una patada ahí mismo; se quedo tranquilo. Ya fuera del aula se moría de la risa, y yo le decía, cómo te quedó la canilla. Me abrazó y dio un beso por respuesta. El era un flaco bello por fuera y por dentro".

¿Cuáles eran las cosas que más le gustaban?

"Escribir y leer. Las mujeres eran su pasión. Era divino en asuntos del amor".

¿Qué cualidades como ser humano distinguían al Guille?

"Muy humano, humilde, apegado a su terruño, tierno, amoroso, picante al hablar, decía las cosas como las sentía, sin tapujos. Lo que sus ojitos brillantes veían, lo describía con palabras tal y cual se agolpaban en su loca cabeza".

¿A los que no lo conocieron en vida qué le dirías?


Si quieren saber algo bueno de las Tunas, lean los libros del Caballero Andante. Conozcan la vida de Guillermo Vidal Ortiz. A los que no lo conocieron les señalaría: se han perdido lo mejor de Victoria de las Tunas.

¿Al conocer su muerte qué sentiste?

"Me enteré bastante tarde. Lo supe al tener Internet en casa. Un día, husmeando en mi computadora, comencé a leer algo en el periódico 26 de las Tunas. El “Flaco”, como yo le decía, se había ido. Me sorprendió tremendamente; después cerré los ojos y lo visualicé a través de mi memoria.

Creo que su peor desgracia fue el maldito cigarro.

Según un amigo cercano, “el Flaco” fue un gran jodedor hasta en su propio entierro, pues ese día llovió mucho y el carro fúnebre se rompió a medio camino; ya en el cementerio el micrófono dejó de funcionar. La gente decía: es el Guille que, desde el más allá, está con sus burlas y jodederas, como si quisiera en su despedida decir: aquí estoy. Nunca me he ido".

Ya Mary Luz no es la muchacha de Maniabón, en Las Tunas. Ya no estudia en el Pedagógico; ni tiene unas caderas bien definidas como le gustaban al Guille. Hace varias décadas que no vive en Cuba y su nieto le dice que es una vieja; pero en su memoria conserva el recuerdo de aquel Caballero Andante, de sabrosa picardía, ingenioso para las mujeres, y sobre todas las cosas: un gran amigo.

Caracol de Agua celebra esta entrevista que nos trae de regreso al inolvidable escritor tunero Guillermo Vidal Ortiz, el que nos enfermara con una de las adicciones más agradables de la vida: “la guillermomanía”.

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