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Puertopadrense

Depositario de un mensaje divino

Depositario de un mensaje divino

Por: Julián Puig Hernández.

Yulexis Carbonell Gómez tiene un zoológico en la casa. Desde que inició sus estudios de preescolar en la escuela Lorenzo Ramayo del barrio El Itabo, no deja de amasar plastilina para moldearla y sacar de ella animales diversos pero bien llevados.

En el aparador, donde parece que el televisor tiene un lugar preponderante, están los gatos, perros, cocodrilos, osos y caballos, entre otros, disputándose la mirada del visitante.

Hay más de treinta piezas situadas con tal suerte que no violan las exigencias del equilibrio plástico, aún cuando al parecer han sido puestas por pura intuición.

Este niño prodigio, que desde el parto vino con limitaciones motoras en sus miembros inferiores, recibe tratamiento especializado tres veces al año en el hospital Julito Díaz, de la Habana, y dice que no le gusta la capital pues, debe ser, allí no hay esa jungla que siempre anda rondándole su inagotable universo creativo.

Si le preguntas de dónde salen te responde que “de mi mente” y no hay referencia a la tele, libros, láminas. Supongo que en los perturbados sueños, cuando se mueve molesto en la cama, su propia fauna le esté exigiendo un espacio en el lugar que a la postre resultará chico ante los obvios reclamos de los generosos animales.

Mirelis Gómez Hernández, la mamá, se encarga de complacer sus exigencias en el hogar, le dedica todo el tiempo del mundo aún cuando, Yalennis Carbonell Gómez, la pequeña de cinco años, que ya parece una bailarina en el seminternado Camilo Cienfuegos, le pide también un poco de atención.

Alexis Carbonell Peña es el papá y viene poco a casa por el día, porque su responsabilidad social es grande. ¿Cómo no tenerla cuando se trata del Orden Público?

Ahora Yulexis tiene casi doce años y está cursando el tercer grado en la Escuela Especial Hermanos Madrigal donde la maestra Isabel Moreno Marín se encarga de elevarle la autoestima, forjarle un futuro promisorio y exigirle responsabilidad en el aprendizaje.

Su mente viaja, no se sabe por cuáles mundos, atrapando animales para su zoológico, recuperarlos dentro de un universo donde poco a poco van desapareciendo especies de todo tipo, pero él es depositario de un mensaje divino y lo cumple con magnífica energía: se puede salvar la humanidad si cada uno pone para ello sus propias manos.

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