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Conrado Benítez mártir de la Alfabetización

Conrado Benítez mártir de la Alfabetización

Por: Raúl Martes González.

Uno de los más grandes bienestares del hombre: aprender a leer y escribir; después, ser próspero en múltiples saberes sobre la sociedad y la naturaleza, se hizo empresa noble que el pueblo cubano debía cumplir casi al triunfo de la Revolución, como lo había prometido el abogado Fidel Castro Ruz en su alegato ante el juicio por los sucesos del Moncada que se conoce por el nombre de La Historia me Absolverá.

A finales de 1960, miles de jóvenes llegaron a los campos y las ciudades para iniciar la Campaña Nacional de Alfabetización. Conrado Benítez García, generoso espíritu a los 19 años de edad, fue uno de aquellos tantos. Llevó consigo mochila, farol y cartilla del saber al macizo montañoso de El Escambray.

Solo habían transcurridos seis días, cuando lo asesinaron miembros de una de las bandas contrarrevolucionarias organizadas por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos.

Aquel 5 de enero de 1961 cayó el primer mártir de la honrada y briosa Campaña Nacional de Alfabetización: Conrado Benítez García. No por eso los jóvenes dejaron solas a las personas que desde el principio manifestaron disposición de aprender.

A tan corta edad, quiso dejar su impronta como tantos otros. Se inició como maestro voluntario en una escuela de las montañas de Sancti Spíritus, donde impartía clases a 44 niñas y niños por el día, y otros tantos adultos eran sus alumnos por las noches, con el fin de erradicar el analfabetismo.

Conrado llegó al Escambray para compartir conocimientos con aquellas personas de campo, tantas veces excluidas. Intentó lo grande, que fue subir de punto la hermosa misión de los educadores cubanos. Pero no lo dejaron los hombres que el gobierno estadounidense entrenó y armó, en el centro del país, para derrotar a la Revolución. Bárbaros en el pensamiento. Bárbaros en la acción.

Perdón si digo mal, pero cuando las ideas manifiestan nobles intenciones, como enseñar a leer y escribir, y algunos hombres se disponen a combatirlas por ignorancia, deberían dejar de existir en el solo intento. Es de humano mejor mostrar un poco de luz con hechos de sabiduría que enturbiar la vergüenza.

 

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