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Puertopadrense

El filo terrible del hacha

El filo terrible del hacha

Por: Julián Puig Hernández.

Mucho preocupa por estos tiempos la sequía, ora porque el polvo penetra en la casa, se entrona en los muebles, ocupa las flores de la sala, invade el piso, satura nuestros pulmones; ora porque enmustia la floresta verde de nuestros campos, enjuta los frutos, minimiza los resultados de la cosecha, reseca la garganta de las fláccidas reses.

No llover, sobre todo en un clima tropical como el nuestro, vaticina que la economía sufrirá inconvenientes, porque el agua determina todo, aún cuando algunos derrochan la poca que tienen.

Desde hace demasiado tiempo no se hacen convocatorias para repoblar forestalmente, un trabajo agotador sin dudas, pero necesario por cuanto determina en los regímenes de lluvias, por el canto silencioso de nuestros bosques a las nubes grises, invitándolas a derramar su carga mágica, la que devuelve la vitalidad de los suelos, el verde intenso de los pastos.

Tal vez, más temprano que tarde, llueva en demasía y a la postre los resultados sean negativos, porque todo en exceso daña, pero pueden minimizarse los estragos si están prestos los sistemas de drenaje, esos que fabricó la madre natura y los construidos por el hombre, en su afán de no interferir a los primeros.

Andan por estos días las columnas de hormigas indicando que está cerca el momento. Los pronósticos nacionales dicen de nubes y chubascos en la zona norte oriental pero no se concretan todo lo uniforme que necesitamos. Aún no estamos desesperados, aunque sí preocupados.

De otras latitudes del país vienen productos que debieron cosecharse en el municipio y eso nos alegra, pero lo más éticamente correcto sería emanciparnos con nuestros propios esfuerzos. Dice un viejo proverbio campesino que es mejor dar que recibir y aunque recibir es humano, dar lo es más.

La sequía se extiende demasiado, pudiéramos decir. Sólo un hilo de agua queda en los sobrevivientes ríos y muy poca floresta protege sus márgenes. No murió esa floresta por la falta de agua, sino por la poca prudencia de quienes debieron protegerla mejor.

No llueve aún y tal vez la respuesta esté en el filo terrible del hacha.

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