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Aportes al debate y las reflexiones

Aportes al debate y las reflexiones

Juan Carlos Camaño

Con declaraciones de Iván Canelas, actual Director de Comunicación y Prensa del gobierno de Evo Morales, en Bolivia, nos reafirmamos en nuestra histórica lucha en defensa de la libertad de expresión y de la vida, para todos. Sin privilegios ni privilegiados. Canelas, quien además es uno de los Presidentes de Honor de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), junto a Ernesto Vera, de Cuba, y Eleazar Díaz Rangel, de Venezuela, denuncia a los periodistas que defienden a “sus explotadores”. Al mismo tiempo que se enfrenta a las concepciones racistas alentadas por los dueños del dinero y de los grandes medios de comunicación.

Entender el carácter de la lucha

En la grilla de los presidentes “aceptables” para el imperialismo, Evo Morales continúa mal considerado. Cada vez más. Evo está, incluso, por debajo de Lula, el ex presidente de Brasil, quien hizo sus “méritos” para ganarse antipatías de EE.UU. luego de anudar políticas geoestratégicas con China, Rusia e India, y mostrarse “amigo” de Irán.

Sin embargo, en ámbitos socialdemócratas, y en términos muy generales, se coincide en que Evo Morales no significa un peligro para la región, como “sí lo fueron, y lo siguen siendo”, Fidel y Raúl Castro, de Cuba, y Hugo Chávez, de la República Bolivariana de Venezuela. Los tres, sindicados por EE.UU., como destacados integrantes del “Eje del Mal”. Sobre ellos, y otros, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) –conglomerado patronal- y Reporteros Sin Fronteras –pantalla de la CIA, en distintos tiempos y países-, mantienen la lengua rápida, en posición de ataque, redoblando las campañas desestabilizadoras.

Con especial fruición guerrerista y placer carnicero, el conocido genocida serial George W. Bush supo jugar el juego mediático cuando lanzó y relanzó la llamada “guerra preventiva”, continuada ahora, con otra cara, por Obama, gerente del Pentágono en políticas bélicas para “tiempos de paz”. El reciente anuncio yanki sobre la puesta en acción de su satélite de espionaje global, en aras de “garantizar la tranquilidad de EE.UU.”, lo dice todo. El control total -ciudadano por ciudadano-, que impera en el mundo, empequeñece con creces el sainete de Wikileaks.

Sin llegar a la categoría de “demonio internacional”, Evo –volvamos a él-, nunca dejó de estar en la mira de las franjas más reaccionarias y adineradas de Bolivia. Las cuales –con la anuencia explícita o solapada de EE.UU.-, jamás abandonaron el acoso contra el actual gobierno boliviano, el que por estos días –además de los dolores de cabeza producidos por el aumento de las naftas-, libra una gran batalla por la Ley Antirracista, con la cual, según palabras de Iván Canelas -Director de Comunicaciones y Prensa de la Presidencia de ese país-: “se intenta erradicar el racismo que se ha expresado en los últimos años, de manera dramática y escandalosa”.

Iván Canelas, es periodista de reconocida labor profesional y gremial en Bolivia. Alguien que, cuando Evo Morales asumió la presidencia de su país, soltó una frase definitiva, expresión profunda de un pueblo humillado a lo largo de más de quinientos años: “daremos la vida por este proyecto de cambio. Estamos ante una oportunidad histórica y no la dejaremos escapar”.

Canelas, quien repasa los hechos vividos en Sucre, en el 2008, cuando se agredió a campesinos, obligándolos a arrodillarse, desnudos, a besar el piso y a gritar consignas contra Evo, analiza el ataque lanzado por la corporación mediática contra la Ley Antirracista como un arma más de las utilizadas por gentes privilegiadas que se creen con derecho a decir lo que les viene en ganas, “bajo la bandera de la libertad de expresión”.

Nuestro colega recuerda, además, las persecuciones y agresiones a personas identificadas con las reivindicaciones enarboladas por el gobierno de Evo Morales, tanto en Santa Cruz como en Cochabamba, donde en medio de golpizas a trabajadores se apelaba a descalificaciones “abiertamente racistas”. La Ley en cuestión “viene a poner un freno –sostiene Canelas- al comportamiento de aquellos medios de comunicación que, como ocurre en canales de televisión y radios, especialmente del Oriente, han calificado de raza maldita a los indígenas aymaras y quechua. Se les ha llegado a decir a gente de nuestro pueblo: indios de mierda. ¿Eso es libertad de expresión? ¿Eso, como supuesta libertad de expresión, puede admitirse que se ponga por encima de los derechos humanos?”

En medio de tanto odio y desprecio de las clases pudientes respecto de la gran mayoría del pueblo boliviano, no sólo los dueños de los medios más poderosos estrechan filas para cargar contra el gobierno de Evo Morales, también lo hacen grupos de trabajadores de la prensa, asalariados. “Cuesta entender –plantea Iván Canelas- que algunos periodistas defiendan a sus explotadores, contrariando principios y la historia de la FELAP”. Y advierte que el racismo en Bolivia debe ser erradicado, principalmente partiendo de un cambio de mentalidad “que habrá que alcanzar con nuevos valores educativos, en las escuelas, familias y comunidades. El racismo es muy profundo y la pelea que damos y seguiremos dando es también muy profunda”.

Las palabras de Canelas son, frente a la realidad de Bolivia y realidades similares en otros países de América Latina y el Caribe, señales definidas acerca de cuánto está en disputa cuando el sentido común de los explotados es la conciencia impuesta por las clases dominantes, ya sea a palos, ya a través de la exacerbación de fantasías e ilusiones económicas y sociales individualistas. Ardua tarea política y cultural se requiere en esta “batalla de ideas”. Evo y su gobierno lo saben. El enemigo no lo ignora y, por ende, no sólo no está dispuesto a hacer concesiones, sino que acelera las confrontaciones, especulando con los nuevos bríos que paulatinamente retoma la derecha política a escala global.

“Sabemos –asegura Canelas- que no resolveremos un problema de semejante dimensión con una Ley, aunque entendemos que con esta Ley daremos un paso en la dirección correcta. Debemos superarnos en nuestra calidad humana, después de tantos años de colonización. Luchamos por la igualdad y la solidaridad. Y no es verdad, en esta confrontación por la Ley citada, que pretendamos aplicar la censura. La Ley es clara: en los artículos 16 y 23 se dice que quien publique o autorice a publicar ideas racistas será sancionado económicamente y le será suspendida su licencia. Y se dice que ningún trabajador de prensa o un empresario de un medio de comunicación tendrá derecho a ampararse en inmunidad ni fuero alguno, si incurre en hechos racistas. ¿Cuál es la violación a la libertad de expresión?”

El Presidente de Honor de la FELAP remarca que “debe quedar claro en esta lucha que la mayoría de los dueños de los medios de comunicación han formado parte de los partidos políticos tradicionales y neoliberales que hoy han perdido beneficios y privilegios, frente a distintas decisiones adoptadas por el gobierno del presidente Evo Morales. Y debe saberse que muchos de esos dueños de medios son, a la vez, dueños de industrias alimenticias, de la ganadería, del aceite, el azúcar y más”.

De eso habla la FELAP, desde hace muchos años, cuando habla de la diversificación y ramificaciones del poder. De eso habla la FELAP cuando explica a los grandes medios de comunicación masiva como parte del poder, y no como algo instrumental y ajeno, “independiente”, “ecuánime” y “tribuna de voces múltiples”. Contra la mentira y la injusticia luchó siempre la FELAP. Contra la mentira y la injusticia lucha la FELAP, en toda la región, camino a su XI Congreso.

Juan Carlos Camaño
Presidente de la FELAP

 

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