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Puertopadrense

La verdad y la luz de cinco

La verdad y la luz de cinco

Por: Julián Puig Hernández.

 

La luz es un símbolo, pero necesitó primero ser luz. La génesis está en el sol, su cantera. Tanto han meditado los hombres sobre el enigma, mirándolo en esa multitudinaria soledad, que han terminado llevándose consigo un poco de luz.

En sendas paralelas andan los hombres, los del decoro y los de luz; pero convergen, en un lugar especial del camino, ambas virtudes hasta convertirse en una sola. Para tener decoro, se precisa primero, dicen algunos, tener luz; pero no es ocioso entonces preguntarse ¿puede llegar un hombre a la luz a través del decoro?

Habría, nos parece, que responderse qué es decoro y qué luz.

Algunos piensan que la época de la hidalguía, tal y como la literatura refleja las exigencias éticas de los caballeros, desapareció. Incluso, creen en la ilusa manera de conducirse en tales contiendas, sobre caballos y toda esa indumentaria de símbolos impuestos por los cronistas. Olvidan los códigos que hacen posible establecer paralelos.

Durante los últimos años andan como jinetes, escudo y lanza en los brazos, coraza de hierro fundido que pugna con la solidez de sus cuerpos, cinco hombres entre las voces de quienes claman por su libertad en el mundo.

Están allí, en la fecunda soledad de sus calabozos, alimentando sus convicciones, en el mismo país que los hace grande cuanto más intenta mancillarlos.

Habría ahora que preguntarse ¿puede haber luz en esos apartados rincones? Respondemos, sí, la hay. ¿De donde la tienen?, insiste la lógica: la llevan consigo, la han alimentado en la fragua fecunda de la virtud.

Pero no debiera concluirse sin apuntar las falsas teorías sobre la disolución que han empleado sus captores, porque aún estando distantes permanecen juntos, unidos por… ¿decoro?... ¿luz?: la virtud del decoro que nos lleva hasta la luz.

Ella no es la falsa ilusión que ven los ojos, aguarda profundo, en la más recóndita humildad de las almas puras y se fortalece cuando se le cree, y crece cuando se le ama.

Cinco hombres, valientes, llevan en sí todo el decoro que les falta a quienes no han podido doblegarlos. Esa es la gloria, haber podido cultivar la luz con la imperturbable paz que proporciona el decoro.

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