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El equilibrio, la equidad, la realidad y la triste verdad

El equilibrio, la equidad, la realidad y la triste verdad

Por: Julián Puig Hernández.


Equilibrio tiene muchas acepciones. Unas académicas y otras prácticas. Las primeras, por su raíz sustantiva conceptual, son vitales; pero a muchos de los pragmáticos actuales, ya no importan tanto; las segundas aparecen en la cotidianidad, por la impronta de los tiempos.

Según nuestro diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, desde el punto de vista físico, significa “Estado de un cuerpo que se mantiene en reposo por la acción que sobre él ejercen fuerzas que se compensan y destruyen”. En sentido figurado “Ecuanimidad, mesura”. También, son “Actos de contemporización, prudencia o astucia, encaminados a sostener una situación dificultosa”.

Desde siempre el hombre ha buscado, con mayor o menor suerte, el equilibrio. Primero en la intrapersonalidad y luego en la sociedad. El equilibrio es algo a lo que se aspira, pero nunca se logra del todo porque frisa los criterios contrapuestos, que se ajustan a pareceres individuales. Pero es, sin lugar a dudas, una necesidad incuestionable porque lleva implícito algo que los filósofos llaman dialéctica.

Hace poco, representantes de los países poderosos fueron convocados por el más prepotente de todos, para firmar acuerdos que mejoren las relaciones económicas internacionales. Se buscaba ahí un equilibrio; pero según el prisma de las condiciones históricas anteriores, favorables, por supuesto, a los creadores de la propia crisis. En este convite lo que se perseguía era enrumbar los derroteros, no cambiarlos. Ellos, no es desdeñoso repetirlo, buscaban el equilibrio, los otros (los ausentes de todo) jamás lo han visto en esos términos; sin embargo, no se cansan de buscarlo.

Por ahí anda la equidad, que es diferente y hasta más noble, pero es un concepto al que se le teme, porque pone en peligro la vanidad, los privilegios. Esta última palabra (equidad) exige justicia, pero es tan engorroso andarse con tantos subterfugios conceptuales, que los más provistos de derechos (los pocos, pues la mayoría no tiene derechos) prefieren darle coloretes a la realidad, andarse con cambios sustanciales que terminen por malograr los vientos a su favor.

Otra cosa es la realidad, que carece de hipocresía y le dice las verdades, aunque les parezcan crudas, tanto al equilibrio como a la equidad.

Se nos ocurre entonces que desde el comienzo debieron analizarse, si se quiere realmente llegar a una solución definitiva, cuál es la relación que existe entre El Equilibrio y La Equidad, para entonces llegar a La Verdad, retratada en la triste Realidad.

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