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Puertopadrense

La gatita de María Ramos

La gatita de María Ramos

El gobierno de Colombia no deja espacio a la duda en las actuales circunstancias: su vocación sufragánea.

No responde, como inteligentemente debiera porque no puede, ante el conflicto regional que ha provocado, con violar la jurisdicción del territorio del hermano pueblo de Ecuador, auspiciado por la Casa Blanca.

Si en principio el presidente colombiano Álvaro Uribe optó por mentir, ahora tendrá que develar ante el mundo la nebulosa existente sobre los verdaderos provocadores de la crisis.

Desde hace algunos años los países de la América Nuestra han juntado filas en pos del mejoramiento de los pueblos. La balanza a favor de la izquierda no puede verse lógicamente por el insaciable norte como un buen vaticinio para sus intereses, porque la defensa de las economías de la región mengua los desmesurados ingresos que tradicionalmente han engrosado las arcas particulares de los hijos del Tío San.

Como el nombre de Cuba, representado en el máximo líder, Fidel Castro, aparece en cada acción a favor de la absoluta independencia de los pueblos latinoamericanos, no les resulta un buen augurio para el capital imperialista, y mientras se conserven en la memoria de cada presidente de la región los imperativos de un mundo mejor, la estrategia de Washington deberá circunscribirse a dividir lo que es una realidad actual, porque esa juntura los saca del juego.

Muchas conclusiones deberán salir en claro de todo este contencioso, porque las evasivas esconden al verdadero autor y los analistas no se esconden para referir que alguna grasa extraña está achicharrando las empanadas en el caldero.

En la barahúnda, el señor Uribe a estas horas, amén del champán que a escondidas le ofrecen por el buen servicio, debe tener obstruida la garganta, si es que la tiene, porque en honor a la verdad pasará a la historia en medio de esas purulentas, demasiado molestas para quien juró servir aun pueblo que apuñala por la espalda.

El final será, no les quepa la menor duda, un bumerán incontrolable, porque a la postre saldrá a la luz lo que desde ya preocupa a la gatita de María Ramos.

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