Mientras Chávez se recupera, el pueblo se desvela

Por: Julián Puig Hernández.

La América nuestra, como la definió el Héroe Nacional José Martí, está preocupada por la salud del Comandante Hugo Chávez Frías; pero detrás de muchas falsas preocupaciones se remarcan malsanos intereses que pretenden retrotraer la historia a su pasado ignominioso.

La oposición, que se había afilado las garras para hacer un espectáculo gigante en nuevas urnas, vio frustrada esa pretensión tras tropezar con el insondable obstáculo de su propia constitución.

Sin embargo, es sabido que no quedarán de brazos cruzados en esta hora de dolor y esperanzas, y por eso enfilan toda su maquinaria propagandística en pos de crear la confusión y el desconsuelo.

Bien cimentada está la historia venezolana por estos tiempos de hornos fecundos y por eso, la contraparte, esa mayoría que ve en la nueva revolución continental la fuente donde puede saciarse la sed de esperanzas, también está con ojo despierto siguiéndole los pasos a quienes intentan, sin éxito, desestabilizar un país que es paladín de la emancipación americana.

Si a las calles van los eternos defensores del capitalismo que durante siglos cegó las ilusiones de venezolanas y venezolanos, también irán las multitudes compactas y decididas de quienes tienen bien definido su papel histórico en esta hora de gloria.

Las plazas Bolívar, que hay muchas en ese gigante país, son escenario constante de pugnas entre la sinrazón y la verdad hecha fuego y amor. Mientras, el líder respira calmo desde la Habana, sabedor de que allá, en los Andes Irredentos, en los llanos vastos y hermosos, están las mujeres y hombres que ha parido la patria nueva.

Los que hipócritamente dicen estar preocupados por la salud de Chávez, sólo esperan el peor desenlace y claman a los cielos porque eso suceda, ofendiendo con ello, tal vez sin saberlo, su propia formación doctrinaria.

Pero el amor todo lo puede y saldrá, a su debido tiempo, el líder indiscutible para tomar las riendas que una abrumadora mayoría le otorgó, para que los vientos que impulsan a la América Latina, inflen las velas de una nueva era.