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Puertopadrense

Con plena luz

Con plena luz

Por: Julián Puig Hernández.

José Luís Licea Caballero es un joven artista de la plástica del municipio de Jesús Menéndez cuya obra propone fuerte rigor en la búsqueda de los detalles que conforman el cuerpo multidireccional de sus cuadros.

No se trata de ver la luz y, por contraste, las sombras; sino saber meterse en la sicología de los personajes y sacar de ellos la espiritualidad intrínseca, proponérsela al consumidor del producto terminado y lograr, de alguna manera, la polisemia que promueve el debate.

La primera parte de la Galería de Arte José Martínez Ochoa está permeada de gallos, de plumajes profusos e imponentes, listos para la lidia, gallardos, vigilantes y retadores. Se les ve de esa manera porque el fondo oscuro conspira, hace que las plumas, con detalles hasta el cansancio, denoten un movimiento interior muy activo aún cuando el artista, al parecer, los concibió en reposo.

Luego vienen, en la siguiente sala, los rostros, de ilustres y de humildes, pero permeados de vida propia, concebidos no para una ocasión solaz, como quien posa ante un fotógrafo para dejar una imagen para la posteridad; no, ahí va en ellos su opulencia, sufrimientos, sueños, desvelos, su imperecedera similitud con otras caras de diferentes latitudes del universo.

El director de la institución, el poeta Pablo del Río, nos dice que “Licea nos muestra con sorprendente naturalismo estos gallos que nos miran y enseñan amenazadores, a veces, el fulgor blanco de sus cuerpos magistrales, acompañados de un universo de rostros añosos, tristes, alegres, jóvenes, como muestra de lo inexorable del tiempo vivido”.

Nos agrega que estas obras fueron incluidas en el catálogo del evento “La huella”, en España y la fuerza con que se muestran hacen “reflexionar de lo vivido y lo por vivir; aprendemos que todo hombre debe dejar en su vida una luz”, concluyó.

No hay en el artista la pretensión de alcanzar gloria alguna, pero la redondea como producto de su búsqueda constante en los detalles, los rasgos distintivos y el inusitado encono con que pone su cuerpo y alma en pos de sacarse, de sí, las actitudes que no puede negarse todo pintor que se respete.

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