Rafael y su familia en el campo

Por: Julián Puig Hernández.
Desde siempre, la familia ha sido y es la célula fundamental de la estructura social en cualquier sociedad; pero en el campo resulta vital, porque es ahí donde se aprende una cultura, no sólo agrícola sino también vivencial.
En el poblado de Maniabón, tomando por la carretera que va de Puerto Padre a Las Tunas, después de un histórico puente, está la casa de Rafael Pérez Pupo.
Es un lugar modestísimo, pero donde siempre se anda en los trajines de siembra y cosecha, sin embargo no se ven agotados, es como si nacieran con esa vitalidad que los hace invencibles.
Las entregas de las producciones de frutas son a la Cooperativa Paco Cabrera, a la cual pertenecen; pero antes lo hacían directamente a Turismo, cuestión que se afectó con el paso del Huracán Ike que malogró sus plantaciones en buena medida.
Se trata de un poco menos de media caballería con guayabas, aguacates, café, naranjas y un rosal, así como conejos y gallinas, espacio que atienden, básicamente Rafael junto con su esposa, y un nieto, John Nelson, que es, por su condición de joven, el que mayor peso tiene en las faenas campestres.
Al parecer las principales perspectivas están concentradas en el café, pues este año cosecharon cinco quintales, sin embargo incrementarán los cafetos paulatinamente hasta poder comercializarlo de manera sistemática.
Lo logrado hasta ahora se destinó al consumo familiar y para los vecinos; pero esto es sólo acumular experiencias con el objetivo de emprender retos superiores.
Confiesa Rafael que quieren aprender a hacer todo tipo de injertos y viveros, de manera que además de autoabastecerse, puedan proveer de posturas de frutas a todos los campesinos interesados pues la carencia de este particular en el territorio es significativa.
Es así como, además de trabajar, se piensa en alcanzar metas, incrementar los volúmenes sin creer, para nada, en que eso puede ser agotador para una familia que trabaja sin descanso y de manera mancomunada.
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