Más de medio siglo de Patria o Muerte

Por: Julián Puig Hernández.

Una frase puede definir el rumbo de la historia; en otros eventos es el derrotero nuevo, bajo circunstancias que necesitan rediseñar estrategias y determinar un proyecto.

Patria o Muerte, dicha por el Líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, hace cincuenta y un años, a tenor del sabotaje en el buque La Coubre, que cobró la vida a tantos cubanos, no sólo sirvió para denunciar un hecho tan infame y atroz, sino además para decirle al enemigo cuál era la determinación de un pueblo dispuesto a continuar su propio destino.

A lo largo de los sucesos que caracterizan un proceso, la frase ha venido a elevar la moral combativa, cimentar convicciones, enaltecer el orgullo de la nación.

Es dicha en los momentos cruciales, pero también en lo cotidiano, en el trabajo, en las jornadas de vigilancia, donación voluntaria de sangre, recogida de materia prima, en la cola del pan y hasta en un simple juego de dominó.

Lo que vale es el sello determinista de una acción, la resistencia a claudicar, el símbolo que en suma es: un sello en el pecho de los que no se rinden.

Nació y vive en el verbo claro, y sobrevive en cada gesto que nos distingue en Cuba y en representación de los cubanos, no importa el país donde se esté.

La frase podrá tener antecedentes en otras latitudes en condiciones de otra naturaleza, pero en el quehacer de este gran archipiélago caribeño, Patria o Muerte es el zumbido recobrado de la campana de La Demajagua, cuando inició la campaña a favor de la independencia y donde el machete brilló en los campos insurrectos de Cuba. Estaba allí, sólo que necesitó compactarse con la misma pasión con que se cierra un puño y se decide a conquistar el futuro con el vigor que nace en las pasiones de los pueblos dignos.