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Las porteras del alba

Las porteras del alba

Por: Julián Puig Hernández.

No se es príncipe o princesa por linaje, sino por la bienaventuranza que la vida teje en tu destino. Presupone el término, por azares de la semántica, el trono donde se está por encima de los demás; pero hay varias maneras de estarlo y no es precisamente alzado sobre una fortuna de oro tácito.

Hay princesas y príncipes en una casa que hace dieciséis años ha sabido acunarlos cuando el destino, se creyó, iba a depararles una suerte parecida a la de no pocos en este doloroso y convulso mundo.

Para mayor gloria se llama esta institución Celia Sánchez Manduley, todo un símbolo de amor sin límites, de delicadeza y auténtica entrega al mejoramiento del ser humano.

Al habla con Ileana Méndez Pérez, (IMP) directora de la Casa de niños  con débil amparo filial, conocí de la magia para amar al prójimo hasta lo insospechado.

(IMP) La labor educativa se hace a partir del diagnóstico, donde se valoran niños que son casos excepcionales, y que tienen como antecedentes eventos tristes que pueden ser violentos, o son huérfanos, o son abandonados, o son hijos de padres reclusos; a partir de ahí se hace una valoración por parte de un equipo (multidisciplinario) del municipio y entonces se encamina el trabajo educativo con ellos en cuanto a la formación de valores, educación formal y de ahí, la parte educativa más fuerte, se desarrolla en la escuela. ¿Qué pasa? Que se creó un vínculo muy fuerte de familia-escuela, en este caso con la casa, y en el programa Educa a tu hijo, se hacen visitas semanales a las escuelas, se ayudan con las tareas (extra escolares)  cómo asume una madre la crianza de sus hijos, con la asistencia de otras promotoras.

(P) ¿Cómo se planifica o se atiende este proyecto desde el punto de vista metodológico y pedagógico?

(IMP) Toda la estructura de la Dirección municipal de Educación tiene un compromiso enorme, gigante, con estos niños: el seguimiento, las orientaciones, a cada una de las cosas que ellos necesitan.

Sin verlo conocí a Andrés Almaguer López, que tiene 22 años, cumple con el Servicio Militar en la Habana y ya dispone de una casa, otorgada por el gobierno, cuando resulte finalmente egresado de la institución.

También deben mencionarse a Adiusbel Labrada Mora, de veinte años; Luís Alejandro Carralero González, de diecinueve años y María del Carmen Fernández Rodríguez, a quien en breve celebrarán sus quince años de edad.

Hay también mellizos: Lisandro y Leandro Linton Jonson, con trece años de edad y el menor de todos se llama David Daniel Peña Tejeda, que solo cuenta con veintiún meses de nacido.

Para estos siete inquilinos existe igual número de trabajadoras, que con ojo avizor velan día y noche por la formación integral de ellos, independientemente al oficio de cocinera o auxiliar, porque hay un compromiso moral que supera todas las normas de la formalidad burocrática.

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