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Puertopadrense

En la calle hay muchos Paco, pero este…

En la calle hay muchos Paco, pero este…

Por: Julián Puig Hernández.

Francisco Gutiérrez Reinaldo es una de las tantas personas que deambulan las calles de Puerto Padre y tiene una historia que contar, sobre todo en estos tiempos, cuando se cumple un nuevo aniversario de la liberación de la Villa Azul por las tropas del Ejército Rebelde.

Era entonces Paco, pues así se le conoce, un adolescente cuando en su barrio, La Playita, existía un grupo de jóvenes incorporados al Movimiento 26 de Julio y él apoyaba con acciones a tono con su edad.

“Yo fui hasta El Socucho con una máquina de coser para que hicieran brazaletes para el Movimiento 26 de Julio, también banderas. La dejamos en el hotel, allí mismo se elaboraba todo. El jefe era Juanito Quevedo que después se fue con Eddy Suñol para la Sierra Maestra”.

Los niños siempre tienen un ídolo a quien seguir, que puede ser un amigo o un familiar.

“Mi hermano (Nicolás Gutiérrez), con el hijo de Armando Peña, que era el Jefe de la Policía, era miembro activo del M-26-7. Armando era Jefe de la Policía, pero no estaba de acuerdo con la tiranía, estaba allí porque… y entonces Armandito sí estaba en el movimiento”.

Existen circunstancias en la vida que te proporcionan las condiciones para materializarte a tono con las aspiraciones personales.

“Un día,  jugando al escondido, me metí en un cuarto trasero que había de una tienda del barrio, y abrí una caja de tabacos, y me encontré un revólver, la tapé porque los muchachos andaban detrás de mí. Entonces, después que se fueron los otros muchachos, lo cogí y se lo llevé a mi hermano, que era mecánico y estaba reparando armas viejas para entregárselas al movimiento”

Paco hace un alto en su narración y salta a otra anécdota que marcó particularmente su vida.

“Un día fuimos a casa de mi hermana (Norma Fargas Reinaldo) que vivía en Vázquez, en una moto que tenía un amigo, Guachi, y cuando llegamos por allí por el Fuerte de la Loma, nos detuvieron unos guardias y nos registraron, entonces nos dejaron pasar, después cuando llegamos a Maniabón nos encontramos con El Indio, pues ya eso era zona rebelde, y nos dio el pase para seguir a Vázquez. Allí yo me quedé en casa de mi hermana porque mi hermano allí mismo se fue y se alzó, nos pasamos una pila de tiempo sin vernos hasta que lo localizamos en Holguín, después del triunfo de la Revolución”.

Pero Paco no ceja en su ímpetu revolucionario y continúa trabajando para la causa.

“El Batallón lo formamos en los primeros días de enero de 1960. Como a las once de la noche del 6 de enero llegaron los camiones con las cajas de armas. Venían de la Unión Soviética con todo el sebo de preservo. Nosotros estábamos atrincherados por toda la costa. Nos dieron unas pepechá, que tenían 71 tiros, aquello lo que soltaba era mucho. Cuando la invasión (Girón) a nosotros nos mandaron para la zona de Manibón y después de la derrota de los mercenarios,  para el Central (entonces Delicias, hoy Antonio Guiteras), a cuidarlo, yo estaba de jefe de escuadra que se encargaba del Central y de un almacén de azúcar. Yo tenía un puesto de mando con una ametralladora y arriba del central otra ametralladora 50, y otra en el almacén de azúcar”.

Hace un alto en la conversación y parece que tiene en su mente la vida dividida por etapas, porque su tono alcanza una variación anecdótica muy sugerente.

“Entonces vino Raúl (Castro Ruz) después que se normalizó la cosa y nos habló en el Estadio de Pelota (Batey de Delicias) y nos dijo que hacía falta incorporarse a la zafra y nos fuimos con las armas. Tenía que ser así porque en la zona había algunos alzados por la zona de Manatí”

En la calle hay muchos Paco, pero este dispone de un acervo anecdótico muy interesante y digno.

 

1 comentario

roddey -

yo tuve el honor de trabajar con paco en la panaderia ,,flor del festival ...y conoci sus anecdotas ,,,saludos