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Puertopadrense

Mujeres en la cervecera

Mujeres en la cervecera

Palabras del licenciado Luís Gustavo Alonso Curbelo, durante la presentación del libro de María Liliana Celorrio, en la sede de la UNEAC en Puerto Padre.

Cuanto vale la síntesis para conseguir el disparo certero a la diana -lector, entendido, especialista, crítico. Qué bueno gobernar los vientos, las corrientes, los augurios del cielo para que el lenguaje no se encabrite a su antojo y permita los más dóciles gestos para contar a la luz de una hoguera historias desgarradoras, tristes algunas, con humor otras, pero historias guardadas desde la niñez, la adolescencia rebelde, la adultez tardía, quizás. Cuanto vale la magia de la sinceridad en cada relato, sin desprenderse de lo verosímil con el propósito de hurgar en las esencias de los comportamientos patológicos de los personajes.

 

Mujeres en al cervecera es un mapa de los instintos, historia clínica de un tiempo y de las circunstancias en que se ven envueltos estos seres, sometidos a situaciones límites, provocadas por influencias inevitables, predestinadas. Cuanto vale la brevedad puesta al servicio de una economía que se subordina a un fin evidente:  lograr el impacto, la sorpresa, quedar en vilo, suspendidos en el filo de la navaja, a punto de sucumbir ante los designios y lo brutal de tanta tragedia humana.

 

El entorno en que se desarrollan estas criaturas, puede ser, es, responsable del desenvolvimiento de las acciones, de las consecuencias que matizan cada relato. Existe el realismo. Un realismo. Todos los realismos son el mismo realismo porque emanan de lo real y lo real es el reflejo justo de la realidad cruda, o eufemística, dulce o amarga. Si se clasifica un realismo como sucio, debe existir también un realismo limpio.

¿Limpio por el lenguaje, libre de palabras prohibidas, de escenas sórdidas, crueles, de soluciones en contubernio con la paz de los claustros? Realismo sucio porque la literatura apela a zonas oscuras, poco hurgadas, antes, mostradas tal como son, ahora, en circunstancias reales, develando los mecanismos sicológicos de personajes inadaptados, incomprendidos, marcados por la crudeza del destino que les tocó: un realismo de adentro, donde están tantos pensamientos sin darse a la luz, los impulsos inéditos, inconfesables.

 

Lo que hoy denominamos realismo sucio no es nuevo. Desde los orígenes de la literatura se abordaron los asuntos más escabrosos, despiadados e íntimos. Nada nuevo bajo el sol.  Realismo, sí. Buen realismo el de este libro nuestro. María Liliana Celorrio Zaragoza quiso un día hacerse a la narrativa con viento a favor y unas ganas inmensas de atracar en puerto seguro, después de navegar por mares tormentosos, una mujer intentando desde un pueblito casi desconocido abrirse paso e irrumpir con voz propia en los escenarios literarios de la nación. Y lo logró.

 

El Premio de la Crítica que recibió este libro así lo demuestra. Esto es Mujeres en la cervecera, y por supuesto, mucho más. Con esta breve   pieza que les muestro doy fe e ilustro mi tesis, de manera que nadie pueda desmentir lo aquí expresado. 

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