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Puertopadrense

¿Libertad condicionada?

¿Libertad condicionada?

Por: Julián Puig Hernández.

 

Mal comienza todo si desde el principio dices cómo yo tengo que hacer las cosas con lo mío; pero sobre todo, cómo actuarías si no cumplo tus exigencias de bravucón y abusador.

Los que se alejaron de tus designios, ejemplos en el área hay y no pocos, recibieron la dolorosa lección de la fuerza, y no por ello dejaron de luchar por sus derechos, amén de tanto dolor.

Así inició la “República”, que si respetáramos como se debiera las exigencias del vocablo, no debiera llamársele tal, sino re impúdica.

Y para asegurar mejor los cabos y hacer más expedita la introducción de la curva y larga nariz en los asuntos internos, impusiste una cláusula con base “carbonera”, sin carbón, pero con mucho armamento.

El mejor y más certero juicio que podría hacerse sobre la significación de este bochornoso proceso, lo hizo el general Leonard Wood, gobernador militar de la isla durante la ocupación norteamericana:
"Por supuesto, que a Cuba se le ha dejado poca o ninguna independencia con la Enmienda Platt y lo único indicado ahora es buscar la anexión. Esto, sin embargo, requerirá algún tiempo y durante el período en que Cuba mantenga su propio gobierno, es muy de desear que tenga uno que conduzca a su progreso y a su mejoramiento. No puede hacer ciertos tratados sin nuestro consentimiento, ni pedir prestado más allá de ciertos límites y debe mantener las condiciones sanitarias que se le han preceptuado, por todo lo cual es bien evidente que está en lo absoluto en nuestras manos y creo que no hay un gobierno europeo que la considere por un momento otra cosa sino lo que es, una verdadera dependencia de los Estados Unidos, y como tal es acreedora de nuestra consideración. Con el control que sin duda pronto se convertirá en posesión, en breve prácticamente controlaremos el comercio de azúcar en el mundo. La isla se norteamericanizará gradualmente y, a su debido tiempo, contaremos con una de las más ricas y deseables posesiones que haya en el mundo...".

Así comenzó la pachanga, el jolgorio de burdeles a montón, mafiosos de ojerizas, autos blindados y gatillo presto.

Las tierras fueron pocas para tanta avaricia y el dinero inundó bolsillos de pantalones anchos, blancos, de hilo ó dril cien. La industria azucarera tomó auge con las empinadas chimeneas que siguieron pagando impuestos como trapiche. ¡A gozar la papeleta!

Por los campos polvorientos deambulaban las familias buscando un espacio sin aparecer. En las ciudades, limpiando zapatos, los niños no iban a la escuela.

De esos parches estaba compuesta la sociedad y parecía bien, tanto que fue apoyada cualquier iniciativa tendente a mantener el mismo derrotero.

Parecía eterno y no lo fue; no lo será.

¿Quién le iba a decir a esos señores que al cabo de medio siglo y un poquito las cosas cambiarían diametralmente? Pero hay más ¿quién iba a decirles que el ejemplo se multiplicaría, a tal punto, que toda su arrogancia pende de un hilo porque salen a la luz verdades imposibles de borrar?

La dignidad es un buen punto de partida para cualquier acción perdurable. Si se condiciona la libertad no hay tal.

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