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Puertopadrense

De la aridez al hartazgo

De la aridez al hartazgo

Por: Julián Puig Hernández.

 

Si causó estupor la falta de precipitaciones de las pasadas décadas, no menos ocurre ahora cuando en los últimos días los niveles han superado las expectativas. El municipio de Puerto Padre, y en suma toda la región norte de Cuba, ha recibido volúmenes importantes de lluvia con lo cual se ponen en buenos niveles las reservas de agua.

Pueden verse los campos saturados con los consiguientes riesgos para los planes agrícolas. Ahora ya no serán reales las planificaciones de granos, frutas y viandas, porque si bien es cierto que la aridez hacía tragar en seco a los campesinos, no menos ocurre en estas circunstancias.

El manto freático dispone de las cantidades necesarias y sobre la capa superior esperan otras materializadas en charcos sin las posibilidades de seguir su curso a un arroyo.

Pero los ríos y arroyuelos que durante años solo eran tristes zanjas, con una cordillera de árboles mustios o troncos cercenados por algún que otra hacha irresponsable, ahora son arterias de agua galopante hacia el mar.

Desde hacía mucho tiempo no se escuchaba el caer plomizo de la lluvia sobre los techos, como si un inmenso cuchillo rasgara la panza de las nubes y el grandioso líquido cayera, soñoliento y desprejuiciado, en la inmensa pradera triste.

Sin embargo la lluvia llegó el momento en que se convirtió algo irreverente y taciturno, pasó a ser preocupante y si, como ahora, el buen sol ocupa el lugar que le corresponde en nuestro tropical clima, puede que el “oreo” favorezca la posible recuperación; pero nunca podrá tenerse todo lo planificado.

Ha sido tanto el desatino que la floración es una belleza, aún en medio de tanto hartazgo fluvial y los mangos, frutos de julio y agosto, andan por ahí dispersos y maduros como símbolo de la agitación de los tiempos.

Desde ahora han de salir las iniciativas que no nos dejen vencer amén de los descabellados acontecimientos.

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