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Puertopadrense

En nuestras urnas están también nuestros pareceres

Por: Julián Puig Hernández.

Ayer, bien temprano, como tantos, me fui a las urnas. Al frente de la mesa electoral estaban los compañeros del barrio, los mismos que conversan con uno los problemas cotidianos y que sueñan, aún con todos las dificultades que nos circundan, con un municipio mejor.

Los pioneros que me saludaron luego de echar las boletas en las respectivas cajas, también son del barrio y estaban allí desde bien tempranito, vestidos de uniforme escolar, muy dispuestos.

Me pidieron el carné de identidad por puro formalismo, porque nos conocemos, pero las leyes, amén de las filiaciones de cualquier tipo, deben cumplirse en virtud de la transparencia que debe tener este importante proceso.

Mis colegas habían sido convocados para darle cobertura al acontecimiento y, los de la televisión andaban cámara en mano buscando la noticia, los de la radio con sus grabadoras y ojo despierto, se hicieron de los teléfonos más cercanos para informar con inmediatez.

No hay ni habrá mezquindad en mi oficio. Puede que otros, para hacerse notar buscando una nota discordante, hagan especulaciones y con ello alimentar las falsedades que día a día nutren los sueños del adversario.

Desde hace tiempo las fotografías y una breve biografía fue colocada en diferentes sitios del territorio: centros laborales, instituciones, bodegas, en todos los lugares donde, necesariamente debe ir la población.

Las boletas estuvieron dispuestas de opciones: usted podía marcar a o los de su preferencia, también podía hacerlo por todos a la vez. A nadie se le obligó a ir, lo hizo quien quiso. Todas esas son verdades como puños.

Hace poco hice un comentario donde tomé como marras una frase de nuestro Héroe Nacional José Martí. En realidad no hay obra periodística en mí donde, directa o indirectamente, no evoque al Maestro.

Es que algunos desde dentro y muchos en el exterior quieren que nuestro proceso sea como hacen en otras regiones del mundo donde la democracia no ha tenido los resultados que se quieren. Tal vez se elijan personas, pero a la postre no se cumple lo que se prometió.

Por eso, debo concluir como dijo Martí: nuestro vino, de plátano, y si sale agrio ¡es nuestro vino!

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