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Un campeón del deporte guatemalteco al que los directivos han pretendido invisibilizar

Un campeón del deporte guatemalteco al que los directivos han pretendido invisibilizar

Así han procedido con Eric Larrondo, el Rey de la Marcha, por ser pobre y de origen humilde, y porque ha tenido como entrenador a un cubano que lo preparó para convertirlo en campeón panamericano y obtener plata en Londres

Luciano Castro Barillas

Erick Barrondo es un jovencito de 21 años originario del municipio de  San Cristóbal Verapaz, departamento de Alta Verapaz, Guatemala. Vive con sus padres en la periferia del pequeño poblado, entre cafetales y lujuriosas y espléndidas plantas de bananos, ahora en una modesta y pequeña casa de bloques de cemento y techo de zinc construida por las autoridades municipales después de su triunfo en los Juegos Panamericanos; antes era de madera, cuyas rendijas se disimulaban con papel.  

Allí, en el seno de esa familia humilde, honrada y trabajadora nació y creció Erick con sus otros hermanos y hermanas. Grandes pues, fueron las limitaciones, al punto que para llegar a su casa no hay un camino formal sino senderos. Pese a todo, a Erick le entusiasmó el deporte ya que en el departamento altaverapacense desde hace algunas décadas se promociona el atletismo. Anualmente tiene lugar la Media Maratón de Cobán, evento deportivo ahora ya internacional donde convergen corredores de América, Europa y África. Esta prueba atlética en los últimos años ha sido dominada invariablemente por corredores kenianos y rusos. Dentro de ese contexto surge el interés de Barrondo por practicar el atletismo, aunque inicialmente se había dedicado a otro deporte.  

El resultado del sábado en la calle Mall de Londres, cerca de la plaza Trafalgar, conmocionó a todos los guatemaltecos que por más de 60 años esperaron el surgimiento de otro héroe deportivo  -Mateo Flores con su victoria en la Maratón de Boston era el único referente de glorias deportivas, ya bastante lejano y agotado-  de talla mundial y hoy todos los guatemaltecos llenos de satisfacción y rebosantes de dignidad vimos a través de la televisión la lucha heroica mantenida por el nacional contra el campeón defensor del título de marcha olímpica, el ruso Válery Borchin, quien dramáticamente calló fulminado por agotamiento.  

Pero la batalla fue inclemente por la combinación china: tres atletas de alto rendimiento combinaron sus esfuerzos tácticos para doblegar al guatemalteco que resistió y al final les aguó la fiesta los asiáticos que tenían pensado hacer el uno, dos, tres. No contaban, claro está, con Barrondo. El atleta guatemalteco se había preparado muy disciplinadamente bajo la dirección del entrenador cubano Maca Medina, cuya valiosa orientación le hizo campeón Panamericano en Guadalajara y  también acreedor del décimo puesto en el Mundial de Daegu en el 2011. Pero el éxito de Barrondo se había igualmente refrendado en el Campeonato Nacional de España el mismo año en la marcha de 50 kilómetros, su verdadera especialidad, por lo tanto, tiene bastante lógica y sentido esperar una segunda medalla para Guatemala del cristobalense. En Lugano, Suiza, hizo otro brillante papel al ocupar el tercer lugar en esa competencia de carácter mundial. 

Estamos los guatemaltecos, pues, a la vista de un auténtico campeón, como la buena noticia de las tantas malas que hay. Ojalá que los prejuicios políticos no hagan pensar a la ultraderecha guatemalteca y sus obsoletos servicios de inteligencia que por “por allí anda la mano de Fidel Castro” dado que el entrenador es de origen cubano, sin embargo, lo que sí debiera hacerse es propinarle un contundente puntapié o lanzarlo por la ventana o puerta principal de la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala al directivo idiota que, luego del triunfo de Barrondo en los Juegos Panamericanos, le instruyó para que cogiera una camioneta cualquiera  -hasta una sin frenos, muy probablemente-  y llegara a su pueblo natal de manera desapercibida. No fue así. Las autoridades municipales y el pueblo cristobalense montaron en santa ira por brillante idea del descerebrado directivo guatemalteco y celebraron a lo grande. Hoy se hará lo mismo y cuán merecido lo tiene Erick Barrondo, nuestro admirado y querido campeón que nos ha devuelto los sueños, la ilusiones, la dignidad; ya lo dijo el entrenador cubano Maca: “Yo me siento también guatemalteco y ahora Guatemala no será mencionada solo por actos delincuenciales”. Gracias, Maca, por todo. 

(Fuente: Red Digital Paz con Dignidad)

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