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Cuando Cabrera Infante decía la verdad

Cuando Cabrera Infante decía la verdad

Juan Marrero

El 24 de abril de 1961, en el periódico Revolución se publicó un artículo titulado “La letra con sangre”, firmado por el escritor y periodista Guillermo Cabrera Infante.

Entonces, Cabrera Infante dirigía el suplemento cultural Lunes de Revolución.

En “La letra con sangre” Cabrera Infante se traslada a qué hubiese ocurrido en Cuba  si la invasión mercenaria por Playa Girón, organizada, adiestrada, armada y costeada por Estados Unidos, hubiese triunfado,  y categóricamente dice: “ahora estarían ocupados en la tenebrosa tarea de fusilar a pueblos enteros por el mero hecho de ser pueblos enteramente cubanos…”

Recordemos, de modo breve, algunos datos sobre este intelectual. Nació en Gibara, en 1929. Fue fundador de la Cinemateca de Cuba, antes del triunfo de la Revolución, a la vez que era crítico de cine en la revista Carteles. Dirigió, como ya dijimos, Lunes de Revolución, un suplemento cultural del periódico Revolución. A partir de 1963 y hasta 1966 fue agregado cultural de la embajada de Cuba en Bruselas. Desertó y se fue para Londres, donde vivió cuatro décadas. Allí se hizo ciudadano británico. Fue profesor de universidades de Estados Unidos y guionista de varias películas en Hollywood. En 1997 obtuvo el Premio Cervantes por su obra literaria, en particular por su novela Tres Tristes Tigres. Falleció en el 2005 en el  hospital Chelsea and Westminster, de Londres, donde había ingresado por una fractura de la cadera. Pero la causa de su muerte no fue esa, sino una infección que contrajo en ese hospital. Su viuda entonces dijo: “Ese hospital es un asco, un horror, aquí no se limpian los hospitales”.

En la  mayoría de sus biografías, que se encuentran en internet, no aparece referencia alguna a la valoración que hizo Cabrera Infante sobre el episodio de Playa Girón, acontecimiento importante no solo para los cubanos sino para el pueblo estadounidenses, pues su gobierno  sufrió una aplastante derrota militar en menos de 70 horas, y, además, aquel hecho, significó, y así lo ha ido demostrando la historia, el comienzo de una mayor libertad para el resto de los pueblos de América Latina.

Luis Báez me ratificó que Cabrera Infante estuvo en Playa Girón, horas después de que se logró la victoria frente a los mercenarios.

Aquel 24 de abril de 1961, en letra de imprenta quedó lo escrito por Cabrera Infante:

 

 “…quiero que mi testimonio sirva de condenación no sólo a quienes fabricaron esta guerra desde el estólido Pentágono, la Agencia Central de la Imbecilidad o la sucia Casa Blanca, sino también a sus instrumentos: esos que noche a noche, en la televisión, han repetido hasta el más asqueante cansancio: “Yo no tiré”, “No vine a matar”, “No soy culpable”.  Ahora quiero decir que sí son culpables y que de haber ganado –en la improbabilidad de todas las improbabilidades de que hubieran ganado- ahora estarían ocupados en la tenebrosa tarea de fusilar a pueblos enteros por el mero hecho de ser pueblos enteramente cubanos…: esta es la tenue memoria de la guerra civil española en la que los jefes de Lugo y de Las Heras entraron en Pamplona victoriosos y de veinte mil votantes republicanos fusilados nada más que dieciocho mil, y el doloroso recuerdo de Málaga rendida tomada por tropas tan abigarradas en su composición como nuestros “libertadores”, porque esa es la receta del caldo de brujas del fascismo, o todavía las sangrientas nociones de historia contemporánea regaladas en el Congo, en Argelia, dondequiera.

 

Cuando abandonó a su pueblo, sus luchas y aspiraciones, la figura  de Cabrera Infante fue utilizada de manera destacada y desenfrenadamente dentro de las campañas mediáticas en contra de la Revolución Cubana organizadas por el Imperio y los poderosos medios de comunicación. El escritor y periodista  trató de soslayar, cada vez que le fue posible, la valoración que hizo sobre Girón.

Pocos años antes de su muerte, en su libro titulado “Vidas para leer”, al trazar un paralelo entre José Lezama Lima y Virgilio Piñera, hace una referencia sobre el episodio, con la cual por supuesto trata de rectificar la valoración que hizo en 1961.

Textualmente dice en ese libro: “A los pocos días de haber regresado a Cuba –se refiere a Virgilio Piñera—se vio envuelto en un acontecimiento histórico. De por medio estuvo el desembarco de Bahía de Cochinos, y Virgilio celebró la victoria con los mismos ditirambos con que lo hicimos todos en el magazine y en todas partes…”

Ni siquiera entonces tuvo el valor de escribir Playa Girón. Habló del desembarco de Bahía de Cochinos, terminología usada desde entonces por los que fraguaron ese crimen y atropello a la soberanía nacional. A los que sostienen que jamás dejó a Cuba, y que la llevaba a todas partes, bueno es recordarles que incluso los originales de sus últimos libros prefirió escribirlos en inglés y no en español. Quiso ser como el argentino Borges, para quien el inglés era la lengua ideal.  Estas palabras del intelectual cubano en Londres  tal vez lo definen: “Vengo de América, nunca de América Latina”. Una señal, en definitiva, sobre a quienes quería dirigirse, en primera instancia. 

Es lamentable que un narrador como él, con dominio del idioma español, de un estilo culto y a la vez desenfadado, haya puesto su pluma, a lo largo de las últimas cuatro décadas de su existencia, al servicio de un sistema que solo ha buscado oprimir y explotar, lanzar guerras de rapiña y fomentar una cultura consumista, individualista y egoísta.  Cabrera Infante se convirtió, de hecho, en un defensor de ese sistema y también en un repetidor de sus mentiras.

Lo que más me choca cuando lo leo, sobre todo en sus enfoques políticos, es que perdió la decencia cuando dejó sus raíces, es decir cuando salió definitivamente de Cuba. 


(Cubaperiodistas.cu)

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