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Puertopadrense

El mejor empleo del término empleo

El mejor empleo del término empleo

Por: Julián Puig Hernández.

 

Hace algún tiempo, entre las discusiones en los centros laborales, se utilizó el término “pleno empleo”. Para no pocos parecía redundante mientras otros lo consideraron un absurdo. Es como decir caerse para arriba o virar para atrás.

Un empleado es eso, no hay vocablos medios. Si no lo está plenamente es mal descripto.

Siendo así no puede hablarse entonces de desempleado cuando quedan en un centro laboral los que en realidad deben estar en él. Los urgidos de reubicación estaban mal colocados y por eso necesitan otros horizontes.

Por supuesto que no se trata de, en virtud de una meta, cometer la torpeza de dejar sobre ocupados a los que a la postre deberán asumir la plenitud de las encomiendas. Es por eso que todo obedece a un estudio riguroso y ahora un grupo de expertos deberá dictaminar quiénes son los seleccionados para mantener en activo una empresa, unidad de servicio o un centro presupuestado.

Las características innatas del ser humano tienden a posicionarse de sitios con buen confort y de buena remuneración; pero deberán estar allí quienes tengan el talento y la prestancia necesarios. Aquí no vale la palabra antigüedad, sino idoneidad.

En momentos en que las condiciones económicas lo permitieron, se le dio oportunidades a todos, pero la economía mundial gravita malévolamente sobre los países pobres o en vías de desarrollo en su mayoría.

En ocasiones se hacen pronunciamientos muy lejanos de la realidad local o nacional, se piensa con los pies puestos sobre asfaltos ajenos y es preciso estar conscientes de nuestro entorno y a partir de ahí quedar claros del papel histórico que le toca a cada cubano.

Entrar en recetas importadas, copiarlas a pie juntillas, significa perder nuestros valores distintivos. A nosotros no se nos puede ocurrir vender manzanas ni peras; ni comprar abrigos de visón.  Sería hacerle el juego a quienes amasan, desde hace diez lustros, un descalabro del proyecto social.

Por supuesto que desde el exterior llegan los tambores de victoria, pues los vaticinios indican, según ellos, un proceso involutivo que desmembrará a la revolución pues se permitirá cierto anarquismo social que terminará en caos.

Las aguas, necesariamente, deberán tomar su nivel y cada ser social tendrá la oportunidad de demostrar sus verdaderas potencialidades. No es ético ni humano que las personas estén, por simple acomodo, en el sitio que no merecen. Trabajar en la comprensión de esas aspiraciones, es tarea impostergable.

Ayudará en este cometido, la creación de espacios para los interesados en trabajar por cuenta propia, modalidad que una gran parte espera, aún con la incertidumbre en la adquisición de materia prima e insumos.

El verdadero empleado dispondrá de un horario para trabajar y no para limarse las uñas o hablar de informalidades en un tiempo por el que recibe una remuneración.

A partir de ahora, dejarán de percibir salarios los desempleados que no sabían que lo eran y firmarán eficazmente la nómina aquellos más capaces y eficientes. De eso se trata.

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