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Crónica al coloso azucarero de Delicias

Crónica al coloso azucarero de Delicias

Por: Julián Puig Hernández.

El coloso tiene la respiración tranquila. Los cientos de miles de piezas que lo conforman funcionan con precisión plausible. Todo comenzó con un buen proyecto de reparación, con recursos muy bien definidos que llegaron aún cuando la economía no tiene toda la holgura de otros años; pero ahí está, con chimeneas humeantes, como inmensos tabacos primorosos, que son el símbolo del batey Delicias.

Comenzó sus operaciones oficialmente el dieciocho de enero, dos días antes de lo planificado y el compromiso de producción se mantiene por encima del noventa por ciento, algo que llena de regocijo no sólo a los viejos azucareros, sino a los nuevos obreros, esa inmensa fuente de donde se nutre el futuro de la industria.

Ahora hay algo más de mil trabajadores vinculados a la producción y de ellos, cerca del cincuenta por ciento está allí, donde se cuece el guarapo, en las largas e interminables colas de carros cargados de materia prima o avivando los hornos. Son ciento cuarenta hombres y mujeres en cada turno.

Los directivos de la Empresa andan buscando la mejor materia prima, no sólo por su característica intrínseca sino porque la frescura la distingue. Para eso es necesario que los cortes se parezcan a la presteza de la transportación y esa es tarea que merece un seguimiento constante, casi como una necesaria paranoia, pero con los pies bien puestos sobre la tierra, conscientes de un detalle creador de miles de toneladas en cada zafra.

La estrategia del tiro directo al basculador, es una clave inmejorable, los que están en la agricultura procesan la caña y allí tienen, uno detrás del otro, los camiones nuevos, en medio de caminos no del todo buenos, pero transitables gracias al mejoramiento previo.

El rendimiento de la caña, ahora, ha comenzado a subir a partir de la segunda semana de operaciones y el segundo tándems está pronto a comenzar sus procedimientos. Eso provocará un hervidero extra en el quehacer común, pero el coloso respira sin apuros, su corazón late como el de un mocetón.

El más grande productor de azúcar del país, en estos momentos, procesa además de azúcar, un historial productivo que llenará de orgullo no sólo a los que están allí en el corte, el alza, el tiro y la producción, sino a los maestros, médicos, deportistas, poetas y narradores porque acá toda persona tiene un familiar dentro del central y de allí sale el mayor peso de la economía del municipio.

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