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Puertopadrense

La premura puede alimentar a la maldad

Por: Julián Puig Hernández.

 

“Como el elefante, lento pero aplastante”, afirma un dicho popular y, como todo cuanto genere el ingenio humano, venido de donde venga, tiene de cierto no sólo por los intersticios filosóficos, sino adherido al orden práctico, ha de prestársele especial atención.

Cuando hay sombras que te siguen los derroteros y, como un susurro malsano aunque aparente  apacible, te sugieren caminos expeditos para lograr un fin, es preciso ver primero si tal sendero llega justo a la puerta de oro a la que se aspira.

Así andan las estrategias malsanas que contra Cuba se han cultivado a lo largo de cinco décadas y ahora, en circunstancias empedradas, las vías se enrarecen pero urge tener suficiente cordura, prudencia y suspicacia para no engordar sueños demasiado abultados para tal ingesta.

No es ocioso recordar que el lobo engulló a la abuelita porque le abrieron la puerta y no pudo hacer otro tanto con la caperucita porque ella observó lo malsano bajo la inocente ropa de la anciana. El leñador con su hacha es una alegoría que merece otras observaciones, pero no en este comentario.

Durante los últimos tiempos, contrario a lo que afirman sin sonrojos los enemigos de la Revolución cubana, se ha intensificado la ola de agresión mediática contra Cuba. Las tergiversaciones de la realidad, los tonos aparenciales y los términos ambivalentes constituyen instrumentos técnicos puestos al servicio de la desinformación.

Lo que ocurre acá, que no es significativo si lo comparamos con lo que sucede en otros países, víctimas eternas de las recetas de quienes engrasan todos los días la guillotina, tiene espacio en los periódicos de mayor circulación en el mundo, pero visto todo desde una óptica que al principio causa rabia y luego náuseas.

El discreto crecimiento económico vaticinado por Cuba para el actual año y las predicciones del 2010 engrandecen letras en la mega prensa internacional. No cuenta aquí, para nada, el bloqueo, la reorganización económica y social que en plena marcha se hacen ni la capacidad de resistencia de un pueblo.

Hacer lo que hace nuestro país, mejorar un motor sin interrumpir su marcha, necesita del coraje que no tienen quienes se frotan las manos en espera de un final abonado con execraciones.

Este motor imperturbable anda su camino, despacio, sin detenerse, pero jamás aceptando las vías impuestas por nadie, sino a tenor de sus más elevados sueños, porque al fin debe llegarse, no de inmediato; es, como toda buena fruta, cuando madure lo suficiente y sea grata al paladar del que la cultiva.
En esta coyuntura internacional Cuba mantiene un estandarte que se eleva todos los días y empezó a hacerlo en circunstancias no menos circunspectas, el primero de enero de 1959.

Trúquese  Palmiche en colosal elefante, sin dejar de ser nuestro emblemático e intrépido caballo criollo.

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