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Dos poderes y un mensaje

Dos poderes y un mensaje

Por: Julián Puig Hernández.

 

Nada tiene más urgencia en estos tiempos que la comunicación,  aún cuando las tecnologías abaratan la emisión de mensajes, lo hacen con inusitada prontitud y los canales gozan del privilegio de la nitidez los humanos se entienden cada vez menos.

En materia política, con los súper recursos al servicio de quienes manipulan al receptor, nadie puede entender por qué el discurso del actual inquilino de la Casa Blanca desdice los presupuestos de paz y amor que lo condujeron al poder.

La dejación de guerras en el medio oriente es postergada con insistencia y los plazos pasan a la agenda de la rutina ordinaria. Resultan burdos los argumentos y evidentes los ataúdes que hacen crecer los temores entre la víctima población, principalmente latina, eterna contribuyente de carne de cañón.

Con la América Nuestra también están los desaciertos porque siete bases militares en Colombia, cuyos pretextos resultan ridículos y la solapada ingerencia en los asuntos internos de Honduras, historia que podrá contarse con pelos y señales cuando las condiciones lo permitan, están muy lejos de parecerse a un Premio Nóbel de la Paz.

Mantener la supremacía mundial, en todos los órdenes, debe ser un hecho para estos hacedores que, detrás de los telones, halan las cuerdas del verdadero poder, ese existente aún cuando quien ponga la cara sea un mero instrumento en este sucio juego.

Por estos días se habla casi con obstinación de la reforma de salud y los números deben quedar claros en las patologías que necesitan priorizar, porque la locura, nos parece, deberá clasificarse entre las enfermedades que en lugar de pastillas y abluciones, necesita allí, profunda cirugía.

La sombra de Busch está incrustada en cada milímetro del trono imperial.

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