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Puertopadrense

Los imperativos de la voluntad política

Los imperativos de la voluntad política

Por: Julián Puig Hernández.

 

Aún  queda una parte de nuestra sociedad que mira con cierto escepticismo  el andamiaje de mensajes de alerta trasmitidos en virtud de la Influenza A H1N1 y las razones pudieran estar en el escudo protector creado a lo largo de cincuenta años por el proyecto social socialista.

No faltan los que lo califican como “un catarro malo”, en consonancia con el historial que año tras año va empeorando a los virus gripales y otras infecciones propias del deterioro del medio ambiente.

No obstante, el Sistema Cubano de Salud, tiene experiencias que hacen posible asumir una contingencia con prontitud y certeza, dada la portentosa red de servicios que van, desde el  barrio, hasta las instituciones especializadas; pero dispone de mecanismos que permiten convertir, en poco tiempo, centros comunes en asistenciales.

Todo esto no habría sido posible sin la cantera vasta de técnicos y profesionales del sector y sin la voluntad política declarada durante medio siglo de proteger al ser humano, aún cuando los enemigos de la Revolución niegan ese derecho a niños, ancianos, mujeres embarazadas e impedidos físicos, sólo por hacer valer sus espurios propósitos.

Ahora más que nunca resulta común encontrar en los consultorios del médico de la familia, a todo el personal profesional dispuesto de tapabocas. Los niños lo ven como un juego entre los tantos de la tele, en los adultos poco a poco empieza a despertarse la inquietud.

Las embarazadas, que a la postre han sido las más vulnerables, son provistas de una serie importante de medidas para que tengan un feliz término de gestación y ante el menor de los síntomas no falta los recursos, por muy costosos que sean, para garantizar la vida, tanto de la madre como del bebé.

Paralelo a este convulso movimiento preventivo continúa el otro, de mujeres y hombres con mochilas al hombro que monitorean los focos infecciosos tanto en el hogar como en las comunidades. Lo que ocurre hoy en México, que computa miles de muertos por dengue, multiplica el trabajo de esos veladores de la higiene comunal.

Así como al principio de la Revolución Cubana los cuarteles militares fueron convertidos en escuelas, hoy con esa misma decisión y prontitud, cualquier otro centro que reúna las condiciones higiénicas puede amanecer como hospital o campamento de cuarentena.

No cabe dudas de que los subterfugios urdidos desde la extrema derecha de los Estados Unidos para envenenar a la sociedad cubana, desde el mismo primero de enero de 1959 ha ido fortaleciendo la voluntad de resistencia de los cubanos y hoy organismos internacionales, con base en el mismo imperio y otros países sufragáneos, han tenido que reconocer la magnificencia del quehacer médico de la Mayor de las Antillas.

Nada puede más que la fuerza de la razón y de las ideas.

 

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