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Puertopadrense

Magno concierto por la paz

Magno concierto por la paz

Por: Julián Puig Hernández.

 

Un concierto por la paz les ha creado a algunos retrógrados el desconcierto y la desarmonía.

La paz, esa que el ingenio plástico simplificó en una paloma blanca con un ramo de olivo en el pico, tiene el don de perturbar a los que dicen buscarla con una escopeta de caza. Ya se sabe para qué.

Se le puede cantar, para que venga, se pose en el corazón de los que la aman. No hay nada de lesivo en ello. Sólo el odio es contrario a las auras que emana un retumbar telúrico de esa naturaleza.

Artistas de fama internacional decidieron cantarle allí, en la histórica Plaza de la Revolución, porque la paz desoye la iniquidad y abre su pecho a una multitud tan vasta como el mismo universo.

Desde ese mismo sitio miles de veces se ha hablado de paz, a la sombra del Héroe Nacional José Martí, tan inmenso y eterno. Millones de cubanos y extranjeros peregrinan por esa plaza sin registrarse, jamás, acto violento alguno. Allí se puede hablar de paz.

Lo que molesta es el cúmulo de razones que año por año han ido planteándose en busca de la paz y desde la esquina opuesta se encargan de tergiversar cada palabra para convertir el verbo conciliador en áspid. No faltan en el mundo los confundidos. Este concierto a la paz será un corredor por donde, a partir de ahora, andarán también los que ayer oyeron la dis­cordia.

En el podio central estarán los convocadores y sobre la inmensa plaza las cientos de miles de voces reclamándola. Será, el concierto del siglo, han afirmado no pocos.

Para los que hace más de cincuenta años comenzaron a sembrar cardos y ortigas en nuestro derredor tendrán durante varias horas el desconcierto y tendrán, a través de sus poderosos medios de incomunicación la verdad de la paz con su santo y seña.

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