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“Mi vida cambió cuando aprendí el lenguaje de las manos”

“Mi vida cambió cuando aprendí el lenguaje de las manos”

Tomado de Cubadebate.cu

 

“(La dirección de coros) cambió mi vida, porque aprendí el lenguaje de las manos. Cómo eso que yo tenía dentro podía trasmitirlo y encontrar un nuevo camino de comunicación de la música, que es visual y es silencioso.”

Amaury Pérez entrevista a Zenaida Romeu, directora de la Camerata Romeu, en el programa de la Televisión Cubana “Con 2 que se quieran”, que se transmite cada martes.

 

Amaury. Muy buenas noches, estamos en Con 2 que se quieran. Ahora, aquí en 5ª y 32, en Miramar, en los maravillosos Estudios Abdala. Hoy nos acompaña una de las mujeres más bellas que tiene la música cubana. Que ha tenido y que tiene. Hoy, además, vino con pantalones, por tanto no puede presumir de sus piernas, pero ustedes la conocen bien. Yo la respeto, la admiro, la quiero, es una preciosa persona y una gran amiga, Zenaida Romeu.

Zenaida. Bueno, qué linda presentación, Amaury, pero no estoy de acuerdo contigo.

Amaury. A ver, ¿por qué?

Zenaida. Porque yo creo que la persona más linda era mi mamá, fue mi mamá. Zenaida Romeu, madre.

Amaury. Es cierto, es cierto que era muy linda.

Zenaida. Pero yo soy Zenaida Castro Romeu

Amaury. Ya sé, pero como a veces te anuncian como Zenaida Castro Romeu y la Camerata Romeu. Ahora hablamos de eso, pero vamos a empezar entonces hablando de tu mamá.

Zenaida. Anja.

Amaury. Hablemos de ella. Pero empecemos por esa anécdota, que yo, hurgando en todos los rincones para hacer la entrevista, me encontré cuando tu mamá daba clases de piano, le daba clases hasta a Chucho. Y tú te paraste así y le dijiste, ¿cómo fue?

Zenaida. No, pero cuando eso yo tenía cinco años y Chucho también era chiquitico.

Amaury. Está bien, a esa edad se empieza, a ver, ¿cómo fue?

Zenaida. Es que mami siempre estuvo, además de ser pianista acompañante, repertorista, que tocaba de todo, de todos los géneros porque tocó también con la Filarmónica dirigiendo Roig (Gonzalo), conciertos de Mendelssohn. Ella también se había dedicado a la pedagogía toda su vida. Y, claro, tenía un Conservatorio que se llamaba Conservatorio Romeu, en Concordia 410, que fue el lugar donde yo nací. Y parece que yo veía a muchos niños que iban allí y, no lo recuerdo, pero la anécdota que ella cuenta es que me puse las manitos en jarras y le dije: ¡conque dándole clases de piano a todo el mundo y a su hija no! Parece que yo tenía bastantes leyes a esa edad.

Amaury. Tú siempre has sido una mujer de carácter enérgico.

Zenaida. Parece (risas) y ella pensaba que era mejor esperar a los siete años. Pero bueno, ya ante aquel reclamo mío, pues, empezó a darme clases.

Amaury. Háblame de tus padres. Quiero decir, sé amplia en eso, háblame de Zenaida Romeu…

Zenaida. Ellos tienen una historia muy bonita. Ya mi mamá era una mujer reconocida. Mi mamá había tenido dos hijos, ya grandes, de dos matrimonios anteriores y mi papá era un hombre que había colgado los hábitos a los 33 años. Cuando se conocen, mi papá tenía 37 años, o 38 yo creo, no sé exactamente porque no habló mucho de su vida anterior, pero sí sé que colgó los hábitos por convicción, no porque dejara de tener fe católica a los 33 años, él era Jesuita, o fue. Y además mi papá era un hombre cultísimo. Mi papá sabía muchísimo de Fisiología, de Historia…

Amaury. …Es que era sacerdote, claro…

Zenaida. …De Geografía, de Música, de Física, de Química, de Derecho Romano, cualquier cosa. Tú le decías ¿qué quiere decir esta palabra? y te la declinaba… era un hombre sencillamente culto y eso fue… bueno esa cita, la primera cita fue para mi mamá algo que…

Amaury. …Se deslumbró.

Zenaida. Se deslumbró y bueno, se casaron y nací yo. Yo fui la hija de la vejez de mi mamá, ya ella tenía un hijo que tenía 19 años, y el otro tenía 16, Armandito Zequeira.

Amaury. Sí, claro, claro, Armandito Zequeira, después hay que hablar de esa dinastía.

Zenaida. Gabriel y Armandito Zequeira. Así que yo nací ya cuando ella ni siquiera lo pensaba, a los 42 años me tuvo a mí. Así que yo soy Castro Romeu, que la gente siempre me pregunta.

Amaury. Claro. Yo lo sé. Pero en algún momento, al principio de tu carrera pública, la gente decía Zenaida Romeu, no decían Zenaida Castro Romeu.

Zenaida. Al principio me decían Zenaida Romeu, y yo decía: ¡Castro Romeu!, mi padre, yo siempre decía, mi padre.

Amaury. Claro, claro.

Zenaida. Mi padre es importante en mi familia.

Amaury. Yo pensé que tú lo hacías como un homenaje a la dinastía musical Romeu.

Zenaida. Eso fue después, eso fue después, muchos años después, cuando se funda la Camerata, fue cuando llego a la entrevista a casa de Heriberto de Haro.

Amaury. El diseñador.

Zenaida. Sí, el padre, el gran diseñador cubano, empieza a jugar con el logotipo que ya había hecho otro diseñador y que no le cabía Zenaida Castro Romeu, Camerata Romeu, hay una incongruencia aquí. Vamos a quitar el Castro. Y yo le decía, ¡no!, mi papá, ¡qué va! Yo no quería y le decía, bueno, pon C punto. Y él, ¿pero qué es eso Zenaida Caridad, Zenaida Carmen?

Amaury. Claro, claro.

Zenaida. ¿Esa C qué significa?, no tiene información musical. Y entonces después de mucho, decía: bueno, mi papacito, donde quiera que esté en el cielo, pues me va a perdonar y va a comprender.

Amaury. Seguro que lo perdonó.

Zenaida. Por eso ya se quedó Zenaida Romeu. Y ahora al cabo de tanto tiempo, la gente me volvió a poner Zenaida Castro Romeu. Así que…

Amaury. Lo que pasa es que en el ambiente se te dice Zenaidita. Ahora, hablemos de la dinastía. Porque la dinastía de tu familia lleva cien años formando parte de la música cubana. Yo no  creo que exista otra dinastía musical como la Romeu, es una cosa…

Zenaida. Bueno, déjame decirte, que Victoria Elí, que hizo la Voz Romeu de la Enciclopedia de música y músicos de Ibero América, me dijo que la voz más grande de ese diccionario que tiene 12 tomos, parece una enciclopedia británica…

Amaury. Sí, sí, la conozco.

Zenaida. …es la voz Romeu, así que eso es muy bonito, porque ahí hay directores de orquesta…

Amaury. …¿Dónde empieza?

Zenaida. Empieza con Antonio María Romeu con mi tío abuelo, que como sabes, tenía una orquesta de danzones que fue muy famosa. Y él fue un hombre novedoso, porque él introdujo los solos de piano por primera vez en la música cubana y además, algunos de ellos son un modelo, como es el caso de Tres lindas cubanas, ese modelo de improvisación, el final es increíble. Así que él marcó una manera de tocar, un estilo, incluso lo que hizo Barry White muchísimos años después de poner la 5ta de Beethoven con onda disco, ¿no?

Amaury. Sí.

Zenaida. Él lo hizo con los danzones, tocaba tonadas que eran famosas, nombres de áreas de óperas, los ponía en los danzones. De alguna manera era como una globalización. Era bastante rompedor y cronista.

Eran cinco hermanos, pero dos fueron músicos; él y mi abuelo. Mi abuelo Armando era director de orquesta, era pedagogo, tocaba todos los instrumentos de la banda. Tocaba el piano, se dedicó realmente a la banda.

Amaury. Sí, sí.

Zenaida. Mira como sonaba la banda esa, incluso hasta ocho contrabajos. Fue el director de la Orquesta de Tropicana. Fue un hombre genial.

Amaury. Todos los músicos que estuvieron en esa orquesta recuerdan a Armando como el padre del jazz en este país. Es una referencia absolutamente obligada.

Zenaida. Yo creo que sí y además, fíjate que en la Orquesta de Tropicana, cuando venían las megas estrellas esas…

Amaury. Sí, Nat King Cole, Edith Piaf…

Zenaida. Tenían que tener aquí una orquesta aquí igual que la que tenían allá porque si hubiera sido una orquesta como la orquesta de los Yo-Yos, efectivamente que esos super espectáculos no…

Amaury. …Sí, no hubieran venido.

Zenaida. No iban…

Amaury. Carmen Miranda, toda esa gente que venía.

Zenaida. Exactamente.

Amaury. Pero bueno, ahí viene Mario, ¿no?

Zenaida. Ahí viene Mario. Bueno, Mario era un niño prodigio, tú sabes que a los 11 años hizo una gira por todos los Estados Unidos como un niño prodigio y él era como el genio de la familia. Un hombre de una sensibilidad exquisita, y un pianísmo envidiable. Todos los pianistas de Cuba, conocen exactamente la talla de él como pianista, pero se dedicó…, más bien tuvo miedo escénico, realmente.

Amaury. Toda la vida tuvo miedo escénico.

Zenaida. Y se dedicó lo mismo a acompañar a Esther Borja que a hacer…

Amaury. …La música de La Bella del Alambra.

Zenaida. Ah, esa.

Amaury. La película, la música de La bella del Alambra, que es preciosa.

Zenaida. Sí, completa y además, es un hombre tremendo, tremendo. Él hizo una labor también con la orquesta del ICRT grande.

Amaury. Tú me dijiste que lo habías visto…

Zenaida. …Hace poquito. Sí, fue a un concierto de la Camerata, pero llegó con tiempo suficiente como para que tocara y las muchachas de la Camerata escucharan su sonido inigualable. Sabes que pianistas hay muchos y buenos, pero el sonido particular, el timbre de una persona cuando se sienta en el piano, tú puedes cerrar los ojos y decir: ese es Mario Romeu, es una cosa que viene con él. Cuando él pone la mano sobre un piano, suena diferente, suena a Mario.

Amaury. Esa es la parte que no tiene que ver con el estudio.

Zenaida. La técnica se puede aprender, pero ese extra que es la magia que tiene cada individuo, lo que trae, lo que aporta cada individuo cuando nace, eso viene con él.

Amaury. ¿Por qué se te ocurrió, yo no lo sabía, por supuesto, estudiar arquitectura?

Zenaida. ¡Ah!, es que a mí me gusta el diseño, a  mí me gustan muchísimas cosas. No, yo quería estudiar Psicología. Bueno, realmente yo hice mi Bachillerato en el Pre del Vedado y lo hice con todas las de la ley, era un Bachillerato de Ciencias y Letras. Y todavía agradezco el nivel de esa formación.

Amaury. Y ¿tú eras buena estudiante?

Zenaida. Era buena estudiante.

Amaury. Aplicada.

Zenaida. Finalista, siempre finalista.

Amaury. Las personas inteligentes siempre son finalistas.

Zenaida. Pero realmente aplicada.

Amaury. Me van a matar por eso.

Zenaida. Tengo muy buenas referencias de ese momento. Pero tú sabes que el nivel de raciocinio que te da de todas maneras tener un cuerpo de conocimientos como el que te da un buen Bachillerato siempre te hace falta para cualquier destino final que sea tu vida.

Amaury. Me alegro mucho de encontrarme a alguien a quien le sirva el Bachillerato para algo.

Zenaida. Sí, sí, cómo que no.

Amaury. Queríamos tener el pelo largo.

Zenaida. Anjá, y la saya corta que nos la subíamos y no nos dejaban poner la saya corta y nos poníamos un cinto ancho y después la bajábamos en el Pre y la volvíamos a subir.  Aquello era un desastre.

Amaury. A ver, ¿en el 67 te gradúas de nivel qué?

Zenaida. En el 67 me gradué de profesora de Teoría y Solfeo en el Conservatorio Internacional, que hoy en día es el Saumell.

Amaury. ¿Y cuándo entras en la ENA?

Zenaida. Mucho tiempo después, uf, ya te digo.

Amaury. Tiempo después ¿cuánto?

Zenaida. Había dado clases de piano con mi mamá, tenía ese título, pero no había entrado en el sistema nacional de educación. Cuando yo termino el Pre es que yo digo: eh, ¿qué tú haces en la escuela de Psicología? A ti no te gusta la arquitectura, a ti te gusta otra cosa. Mira, hazme el favor, coge el trillo.

Amaury. Coge el trillo familiar.

Zenaida. Sí, entonces me presenté a oposición en el Amadeo Roldán. Y me hicieron unas pruebas de primer grado, de segundo, de tercero, séptimo, octavo y entonces me pusieron en nivel medio. Y estudiaba piano, pero Aida Teseiro que es un personaje de la música, profesora de solfeo, me dijo que ella quería que yo fuera alumna ayudante, quería que yo diera clases, como yo tenía ya un título de profesora de solfeo y teoría, quería que yo diera clases de apreciación musical, de solfeo y de teoría. Y me hizo hacer las dos carreras, la teórica y el piano en el Amadeo Roldán.

Amaury. ¿Pero qué edad tú tenías cuando todo eso pasó?

Zenaida. Bueno, tenía ya 21.

Amaury. Una niña.

Zenaida. Sí.

Amaury. Sí, una niña, con 20 años, con 21, eres una niña.

Zenaida. En ese tiempito que estuve en el Amadeo Roldán ya me enamoré y me casé. Me casé con un músico.

Amaury. Sí, claro.

Zenaida. Que es percusionista y ya estando casada, estudiando música, es que paso a la ENA.

Amaury. A principios de los 70, más o menos.

Zenaida. Paso a la ENA para poder dar clases por la tarde en Caturla como alumna-ayudante. Y ese paso fue definitorio, porque realmente encontré un tremendo amor. Y el amor fue que en el currículum había que ir al coro y ese coro estaba atendido por una gran, grandísima, excelente profesora húngara, que a la sazón daba clases en Cuba que es Agnes Kralovsky. Esa señora es la formadora de base de Méndez, de María Felicia, de Alina Orraca, de toda la gente que realmente…

Amaury. …De las grandes directoras de Coro.

Zenaida. Ella, realmente era profesora de la ENA cuando no existía el ISA. Yo sentí la música de verdad, de verdad, cantando en el coro, fue algo mágico para mí, algo que me cambió mi vida.

Y además en ese momento estaba Frank Fernández con Alina, estaban ya casados, y compartiendo una mesa, mi esposo, Luis Antonio Barrera, Alina, Frank y yo, Frank me dijo: ¿Por qué no te cambias a dirección de coros? Entonces, cuando llegamos, eso fue en diciembre, en enero hablé con la profesora, y ella me dijo: Sí, encantada, y cuando se terminaron los exámenes, de febrero a junio, hice el año completo. Y realmente ahí fue donde cambió mi vida, porque aprendí el lenguaje de las manos. Cómo eso que yo tenía dentro podía trasmitirlo y encontrar un nuevo camino de comunicación de la música, que es visual y es silencioso.

Amaury. Sí, a ver, antes de continuar, ya preguntas mías. Tú tienes unas manos muy bonitas y unas manos muy expresivas.

Zenaida. ¡No!, son manos de trabajo.

Amaury. Para mí sí, es que ese es el problema.

Zenaida. Es como la canción de Pablo, “tus manos no son hermosas”

Amaury. No, no, pero no es el caso. Además las manos de Zoe, a la que le hicieron la canción, también me encantan. Es un asunto de cada cual. Y tú tienes unas manos muy expresivas. Vamos entonces a quedarnos ahí, en ese punto medio. Para ti son feas, para mí son bonitas, digamos que son unas manos efectivas. ¿Por qué hay que usar una batuta para dirigir un coro?

Zenaida. Más bien cuando se usa con orquesta y coro se usa la batuta.

Amaury. Orquesta y coro, exactamente.

Zenaida. Pero realmente eso es una derivación del batón, que todavía se usa en el ballet para llevar el tiempo. Así se usaba en el barroco. Los griegos usaban zapatos de hierro sobre el podio para llevar el tiempo.

Amaury. A mí me parece tan bonito.

Zenaida. Y después eso se fue derivando, buscando soluciones a cómo llevar el tiempo.

Amaury. Bueno, pero tú también eres directora de orquesta ¿para qué la batuta? Leo, por ejemplo, Leo Brower,  no usa batuta.

Zenaida. No, no hay que usar, a veces sí. Cuando hay precisiones, hace falta, además hay una economía de medios tremendo, es la prolongación del brazo, hay un mayor trazo, hablando físicamente, ¿no? Si tú haces solamente un gesto con una falange, se amplía en la batuta. O sea, para tener un gesto de este tamaño, (hace gesto con la mano) tienes que mover el brazo así, pero para tenerlo en la punta de la batuta, solo haces así (explica el movimiento). Hay una economía de medios también.

Amaury. Pero una orquesta, por ejemplo, a mí me decía mi esposa, que no es músico, como tú sabes, pero que tiene una sensibilidad para la música, ella me decía: A mí me gustan los directores que no dirigen con batuta porque me están enseñando la partitura, entra fulano, entra mengano, es como una magia, como una cosa danzaría y, tú tienes esa posibilidad…

Zenaida. Es que en realidad, incluso, muchos directores tienen eso como una opción para los aires lentos, donde hay que cantar más la música que moverla, tocarla, ¿no?, estirarla o moldearla (hace gestos de dirección de orquesta) entonces se usa mucho más.

Amaury. Ya, ya.

Zenaida. Pero, por ejemplo, en el coro es imprescindible, porque muchas veces, por ejemplo, si tú dices una palabra en alemán y la haces con los dedos, incluso un señalamiento para esa consonante, sería un desastre si no tuvieras una señal precisa y se usan los dedos muchas veces.

Amaury. ¿Por qué las directoras de coro le cantan al coro, aunque estén de espaldas al público?

Zenaida. Les cantan justamente porque la respiración viene, por ejemplo, si tú dices: Cum Sanctis Cum tienes la posición, estás controlando también la posición de la respiración, estás pidiendo que respiren con la vocal, con la posición del canto, porque tú no puedes respirar y después colocar. No hay tiempo, ya el sonido suena mal, puede quedar bajo, entonces tú preparas las voces, la psicología, porque hay muchas partes móviles en la garganta. Y de alguna manera necesitas ganar tiempo con la posición, entonces les recuerdas la vocal. Hay un montón de información en la preparación de los directores, tanto de coros como de orquestas.

Amaury. Estoy aprendiendo cantidad. Ahora mismo tú me estás dando clases a mí.

Zenaida. Porque mira, en esa misma preparación está el tiempo, la dinámica, el color, el carácter, el timbre, la velocidad y es un solo gesto y que debe ser una verdad para cien, doscientas personas.

Amaury. Ya, ¿por qué se malogró el Coro Cohesión?

Zenaida. Ah, pregunta.

Amaury. ¿Por qué se malogró?

Zenaida. La rueda de la historia se puede decir. Cuando yo termino mi carrera de Dirección Coral, no había terminado Dirección de Orquesta, o sea, llevaba las dos carreras juntas en el ISA, que como tú sabes, fui la primera en llevar dos carreras, tremendo lío legalmente para poder hacerlo.

Amaury. Sí, porque hubo que violentar las leyes de la escuela y todo eso.

Zenaida. Sí, porque era la primera vez que se daba en el ministerio de Enseñanza Superior. Pero bueno, el caso es que ya ha pasado el tiempo, termino mi carrera, y yo digo: bueno, tengo dos títulos, pero yo no quiero que me inviten una vez o dos veces al año para dirigir, esto hay que entrenarlo todos los días, como los bailarines, que tienen que ir todos los días al tabloncillo y hacer s, y el órgano que no se usa se atrofia. Así que lo que tenía a mano era un coro, vamos a formar un coro y formé un coro con los estudiantes del ISA que eran geniales, eran estudiantes realmente avezados. Estaba Moisés Duménico, estaba Élsida González Portal, estaba Gema Corredera, estaba Cary Diez, estaban…

Amaury. Todas son voces bellas.

Zenaida. Y empiezo a hacer un coro que era… pero no me gustaba hacer un coro con lo mismo de siempre, ay, yo tenía un dolor, yo quería el coro, pero a nadie le gustaba el coro porque siempre había un coro de gente, no sé, que eran muy estáticos y no tenían nada que ver con nosotros.

Amaury. Inexpresivos muchas veces.

Zenaida. Ya había ido por primera vez a Alemania y había visto que los alemanes caminaban de una manera y, que de repente, alguien así, con un pie así, en una esquina, yo lo identificaba; ese es un cubano. Porque yo me conocí más, me identifiqué más culturalmente, cuando empecé a viajar y vi la diferencia de cómo nosotros nos expresamos, ese lenguaje corporal y de identidad. Y entonces, cogí a esa gente joven y empezamos a hacer lo mismo Madrigales de Monteverdi (Claudio), que música cubana. Y claro, empezamos a hacer movimientos escénicos, expresión corporal, e incluso la polifonía. Porque yo me acuerdo que Il est bel et bon de Passerau (Pierre) es una polifonía en la que yo cambiaba la disposición del coro, que era inaudito en aquel momento Il est bel et, Il est bel et, Il est bel et y tú podías mirar así como la polifonía se regaba, podías ver la música para el que no conocía.

Recuerdo algo mágico en el Mella. Yo tengo muchas cosas mágicas. Estábamos cantando en el Mella, Negro bembón, negro bembón, negro bembón y me agaché, me fui agachando y el coro completo se bajó y terminamos ¡ahhhhh! eso no se ensayó, esas eran cosas mágicas que salían en escena.

Y de repente era una cualidad nueva que se le estaba aportando al coro y yo no lo dirigía en frente, yo los dirigía desde el coro, así que estábamos imponiendo un nuevo estilo, incluyendo cosas de nuestra cubanía. Pero había que pasar por un mecanismo que era la evaluación artística, que no llegó en cinco años. Renecito (Director del Grupo Sampling) una vez me dijo que había hecho Sampling inspirado en este trabajo mío.

Amaury. En el trabajo del Coro Cohesión.

Zenaida. De Cohesión. Y eso es una gran satisfacción, ese fue mi primer amor que lo perdí, porque después de cinco años no tuvimos nunca un salario.

Amaury. O sea, fueron aficionados durante cinco años.

Zenaida. Aficionados entre comillas.

Amaury. Ya sé, ya sé.

Zenaida. Pero bueno.

Amaury. Yo me conozco ese asunto de ser aficionado muchos años.

Zenaida. Después hice otras cosas.

Amaury. Ahora, la Camerata Romeu, ya hablamos de ella al principio, sorprendió al público; una orquesta de cámara de mujeres, dirigida por una mujer. Bueno, eso deslumbró desde un principio. Pero hay gente, yo me acuerdo que cuando surgió la Camerata, hubo rumores, conversaciones de pasillo, algunos músicos decían: Zenaidita quiere hacer una orquestica.

Zenaida. Una orquestica de musiquita cubana.

Amaury. ¿Cuánto trabajo costó armar la Camerata?, sin que esto se convierta en un lamento, pero hay que hacer la historia de la Camerata, porque todo el mundo ve la Camerata ahora, que triunfa, que viaja, que va a todos lados, que tiene un éxito, que tiene un reconocimiento.

Zenaida. Mira, la Camerata desde el principio tuvo realmente muchos detractores. Una vez me citaron a una reunión, que era como una inquisición, pero salí airosa porque yo no quería meterme en el terreno de nadie, quería empezar de cero y eran estudiantes. Oh, haberlo dicho. Y ahí se acabó la reunión. Duró dos minutos.

Amaury. Claro porque ellos pensaron que tú ibas a llevarte músicos de agrupaciones ya establecidas.

Zenaida. Sí, yo no iba a invadir el terreno de nadie. No era que yo iba a quitar de aquí y de allá. Yo iba a hacer mi proyecto, quería hacer algo que fuera totalmente inédito y para eso siempre hay que empezar con gente que sean maleables, ¿no? Y por eso había escogido…

Amaury. Sí, no con gente que ya tuviera vicios profesionales.

Zenaida. O hábitos…

Amaury. Vicios profesionales o hábitos.

Zenaida. Que son respetables, pero son sus hábitos y yo quería formar otros. Entonces yo quería que la gente entendiera que la música no era música de viejos y era pleno Período Especial, y yo decía: hay que dar algo nuevo. Entonces acorté las sayas, se hizo un diseño tremendo para evitar algo que pudiera alejar, incluso en el diseño del vestuario, al público de lo que se estaba haciendo, o sea, al consumidor de la música que se estaba haciendo.

Y se empezó con una música que era como una bandera, porque empezamos con música de Guido López Gavilán, con música de Fariñas, de Varela, de Leo Brower, de José María Vitier y eso, incluso, una canción también de Pablo en el primer concierto, un cinco de septiembre en el Teatro Nacional.

Amaury. A ver, la impresión que yo tengo cuando veo la Camerata, y la veo mucho, o por televisión, o en la Basílica, o en un concierto, un espectáculo… tengo la impresión de que cada vez que la veo son muchachas nuevas.

Zenaida. Es que la vida es muy dinámica, la verdad. Es realmente…

Amaury. Tú tienes un conservatorio Romeu en la Camerata también.

Zenaida. Claro. Es un lugar de formación, realmente.

Amaury. A veces yo miro y digo: Ah, aquella estaba la última vez, pero ya no está, esta es nueva.

Zenaida. No, me ha pasado a mí en escena. Digo, ¡ay!, pero ¿dónde está? Ya, también pasan cosas terribles y que además que pasan cosas terribles, uno se da cuenta que no hay nadie imprescindible.

Amaury. Claro.

Zenaida. De repente miras y no está y dices: ¡Ay, Dios mío! Un momento de crisis, de crisis moral, ética, estética.

Amaury. Claro, porque hay veces que los músicos usan las agrupaciones como si fuera un departamento de emigración, ahora me voy con la Camerata y en la primera que tenga…

Zenaida. Sí, pero yo creo que hay que ser ético en la vida, yo creo que hay que terminar la gira, hay que terminar las responsabilidades, y después tú puedes hacer con tu vida lo que tú quieras.

Amaury. Sí, claro.

Zenaida. Pero hay un compromiso profesional, un compromiso de grupo, un compromiso artístico. Incluso con la agrupación con la que estás, y con las personas que te invitan también.

Amaury. Crees que puede existir y vamos a quedarnos en el mundo de la música, una especie de crisis de ética también.

Zenaida. Absolutamente, absolutamente, una crisis de ética muy grande, y realmente yo que trabajo con jóvenes, siempre trato en los ensayos, de darles conocimientos de todo tipo; de ballet, de pintura, de ética. No son solamente clases de música. Yo trato, intento, ¿no?,  ser como una bandera de muchas cosas que yo he recibido de mi familia y que considero que son elementales, primordiales para la formación de cualquier profesional. Y además, yo creo que es un poco la bandera de mi país, porque yo creo y pienso en mi país a imagen y semejanza de lo que yo recibí en mi familia. Porque sí creo que la familia es un elemento, el referente principal.

Amaury. Ahora yo me voy a ir, y tú sabes que yo te quiero, yo te amo, pero, quiero irme a algunas cosas.

Zenaida. ¿Puedo tomar café?

Amaury. Sí, claro, mi vida, el café es para ti, además, el café es verdadero.

Zenaida. ¿Es de las lomas del Escambray?

Amaury. Sí, ese. No sé de qué loma será, a lo mejor no es del Escambray, pero por lo menos, bueno, dice expreso, es de la loma de Abdala yo creo, o del ICAIC, café ICAIC.

Zenaida. Son de la loma.

Amaury. Café ICAIC, café ICAIC.

Zenaida. Y cantan en el llano.

Amaury. Tú eres una mujer muy participativa en debates públicos. O sea, debates públicos vinculados con la cultura. ¿Tú lo haces porque sientes la necesidad de mejorar las cosas o porque te gusta entrar en contradicción con lo establecido?

Zenaida. No, el problema es que mi mamá me enseñó una cosa que se llama deber cívico. Mi mamá era una persona que yo considero que era una persona decente.

Amaury. ¡Una palabra que ya no se usa!

Zenaida. Ella era capaz, por ejemplo, si íbamos en el carro y había una botella y que mi papá daba la vuelta, ella se bajaba del carro, quitaba la botella y seguía. Porque ella la había esquivado, el carro la había esquivado, pero decía: el de atrás.

Amaury. Claro.

Zenaida. Ese sentido cívico de decir las cosas, de luchar, realmente es parte de mi esencia, de mi formación y de mi esencia. Yo tengo un signo de Sagitario y nací el día de Santa Bárbara, yo me llamo Zenaida Bárbara. Yo soy peleona y digo las cosas en el momento que las siento. A mucha gente no le gusta que les digan las verdades y eso es lo que pasa. Y es que los Sagitarios no somos de doble cara, no me callo las cosas y las digo por detrás, te lo digo a ti en tu cara y en el momento que considere que es el momento preciso, porque es el momento que considero que es donde están todas las fuerzas para hacer eso, que yo considero que es vital en defensa de algo que yo considero que es mío.

Amaury. Claro, claro.

Zenaida. Si yo tengo sentido de pertenencia.

Amaury. Sí, el mejoramiento de nuestra nación.

Zenaida. Y este es el momento porque aquí está todo el mundo. ¡Ojo!, ¡ayúdenme!, que esto hay que hacerlo, porque a quien le toca no lo hace. Entonces yo incluso, me meto en terreno de la música que no me atañe directamente, pero sí muy profundamente.

Y te voy a decir algo, algo místico, absolutamente místico. Una vez estaba en el Carnegie Hall que me invitó un amigo, el primer cello de la orquesta y llegué allí y dije, bueno, el Amadeo Roldán tiene más glamour. O sea, el Auditórium, antes que lo quemaran. No me impresionó tanto el lobby, me pareció un poco lúgubre, un poco así, un poco…, es más pequeño que lo que yo tenía en mi idea. Pero estaba en Nueva York.

Amaury. Claro, claro, sí, bueno.

Zenaida. Llego, subo y me encuentro que los asientos son de madera, de palo, como los cines de palo de aquí, eran de madera, me pongo a acordarme de los asientos mullidos color rojo vino del Amadeo Roldán.

Amaury. Rojo vino, eran rojo vino.

Zenaida. Me acuerdo de las sillas del palco que eran de terciopelo rojo. Me acuerdo de aquellas cortinas fabulosas, del cielo raso, de la boca bellísima del teatro. Y aquí me encuentro una cosa blanca, que no tenía pintura, que no tenía la araña, que no tenía nada. o tenía nada que me dijera: estás en el Carnegie Hall. Empieza la música, salen los músicos, era música sinfónica coral. Empiezan a salir todo el mundo, pam, sale el director y empieza la música. Guao. ¡Qué bueno!

Quién te dice a ti, que  en medio de la felicidad de estar allí, mis ojos empiezan a llorar. Te juro por los restos de mi madre que es cierto lo que te estoy diciendo. Mis ojos empiezan a llorar y yo no sabía por qué. Y es que me di cuenta que la voz que yo oía del teatro era la voz del Amadeo Roldán, del Auditórium. Era como si hubiera oído la voz de una persona que había muerto, una abuelita tuya de la que de repente oyes la voz que te dice: Amaury. O tu mamá ¿entiendes?, y tú de repente caes, lloras, porque oyes una voz, un sonido acústico, eso lo sabemos los músicos.

Amaury. Claro.

Zenaida. Y los ingenieros y los…

Amaury. Y era una voz antigua porque ya estaba quemado el teatro.

Zenaida. Ya estaba quemado el teatro.

Amaury. Claro, ya no existía aquel Amadeo.

Zenaida. Pero yo había ido con mucha asiduidad al teatro. Todas las semanas de la vida a ver la Filarmónica, todas, sin faltar una. Y cuando había dos conciertos, iba a los dos, conocía exactamente cómo sonaba el teatro. Claro, eso la gente no lo sabe. Cuando yo reclamo por el Amadeo Roldán, pueden pensar cualquier otra cosa. Es que yo estaba cívicamente reclamando por un valor de mi país. Eso es un problema íntimo que ahora, como estamos en intimidades estoy comentando que es algo…, nunca me había pasado en la vida. Primera vez y única que me ha pasado ese misterio de tener la percepción de un sonido acústico, de un determinado lugar. Por eso los grandes músicos venían a La Habana. Porque tenían lo mismo que en el Carnegie Hall, pero con el glamour que daba La Habana.

Amaury. A ver, yo no quise hablar específicamente de ese incidente, que me imagino fue de los más duros. Yo hablaba de tu participación en todo. O sea, a ti te interesa la vida nacional más allá de la vida musical. Quiero decir, tú eres una persona que participa y que le interesa…

Zenaida. Te digo que es el deber cívico. Hay mucha gente que tiene miedo de ejercer el deber cívico. Y yo creo que si todo el mundo ejerciera un deber cívico…

Amaury. Es que es una obligación, salta de deber a convertirse en una obligación.

Zenaida. …Una obligación, pues sería mucho mejor si no fueran personas aisladas, sino todo el mundo reclamara por lo que considera que es lo correcto, lo que se debe hacer.

Amaury. Ahora, bueno, vamos a irnos a una cosa un poquito más personal. Tú eres -todo el mundo lo sabe, pero ahora lo han comprobado- tú eres culta, yo diría que cultísima. Tú eres una mujer de carácter. Tú eres una mujer muy inteligente, aguda y muy bella. Eso, con respecto a los amores, con respecto a los hombres, puede significar un freno, ¿la gente te tiene miedo? ¿Los hombres te han agarrado miedo? ¿Tú has sentido que te han tenido miedo a lo largo de tu vida?

Zenaida. Yo no sé. Yo no sé, puede ser, no sé, no sé, no podría decirte.

Amaury. Bueno, yo sé que eso inspira mucho respeto. Pero ahora tú estás casada con un príncipe, con un doctor, que además te ayuda, te representa, creo, a la Camerata y además un hombre también muy apuesto. Ustedes hacen una pareja hermosa. Si tuviéramos revistas de farándula aquí, hubieran sido portada unas cuantas veces.

Zenaida. Bueno, realmente es un hombre guapo.

Amaury. El Dr. Camilo, y además un tipo de carácter, una persona que inspira respeto. Ustedes dos juntos son como una especie de muralla china, invencibles. Háblame de Camilo, háblame de tus hijos. Háblame de tu nieto.

Zenaida. Bueno, a Camilo lo conocí de jardinero ¿eh?. Él tenía ya su propia crisis existencial y ayudaba a su padre, en pleno Período Especial, alternativamente ayudaba a su padre en eso de plantas ornamentales y esas cosas. Entonces él llegó a mi casa como jardinero cargando una planta y nos pusimos a conversar y, en esas dos horas hablamos de cualquier cosa y realmente a mí me impresionó muchísimo.

Amaury. Te fuiste a comprar una planta al otro día.

Zenaida. No, no, al otro día, sí compré plantas y a los cinco días empezamos una relación. Ya te digo que yo estaba totalmente impresionada por un hombre, además, de mucha voluntad, que lo que quiere… Es un hombre cierto, ¿no? Y en todo el tiempo que hemos estado juntos, que ya, desde el Lily (Ciclón Lily, 1996).

Amaury. Sí, ya hace…

Zenaida Empezó ya desde el Lily, ¿el Lily cuando fue? En el 96.

Amaury. Una relación que empieza con un ciclón.

Zenaida. Un ciclón, desde el Lily, más o menos en esa fecha. Yo te puedo decir que es un hombre poco errático. Realmente es un hombre que tiene visión.

Amaury. Háblame de tus hijos y de tu nieto.

Zenaida. Bueno, yo tengo dos hijos maravillosos, que son latinos, nombres latinos, César y Claudio. César tiene 28 años y me acaba de hacer abuela. Y el Claudio tiene 23. Los dos viven en España, son mis amores. Ayer se fue mi hijo menor, que estuvo de vacaciones.

Amaury. Yo te llamé antes para hacer la entrevista antes, semanas anteriores y me decías: no, no, mi hijo está aquí.

Zenaida. No, ellos son, la verdad, mis mejores músicas.

Amaury. Sí, claro, claro.

Zenaida. Esas son mis mejores producciones, estoy muy orgullosa de ellos, son hombres buenos, que eso es muy importante.

Amaury. ¿Tú no los juzgas?

Zenaida. Claro que los juzgo, siempre los estoy juzgando, aunque llega un momento en que tú eres espectadora de la vida de tus hijos, ¿no?

Amaury. Claro.

Zenaida. Pero ya a estas alturas de la vida, ellos escogen su vida.

Amaury. Voy a ir a una pregunta -ya es  mi última pregunta-, que es el momento en que te pelas al rape. Es el momento en que decides que se acabaron los pelos largos. Y según tengo entendido está vinculado con Michel Legrand, con la Orquesta Sinfónica, cuando estuviste de ensayadora, todas esas cosas a mí me han dicho. Pero como yo no sé si son ciertas, porque yo te vi dirigiendo la orquesta y a Michel Legrand en el piano, pero yo no sé lo que pasó antes, esa historia habrá que hacerla lo más breve posible para que quepa completa sin editar en televisión.

Zenaida. Bueno, eso fue en el año 89, que Manuel Duchesne Cuzán me llama al ICAIC y me dice: Mira, el viceministro que atiende el cine, quiere que hagamos un gran concierto para cerrar el Festival de este año, el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Y se le ha ocurrido, él estuvo en París y se puso un concierto oratorio, que Mitterrand le mandó a hacer a Michel Legrand, con el texto de La Declaración de los Derechos del Hombre y queremos ponerlo aquí. Y yo quiero que tú organices todo porque yo no voy a estar.

Digo bueno, ¿y? Dice: Mira, no se sabe nada, porque la partitura no ha llegado. Sólo sé que viene Michel Legrand con un pianista. Oh, ya sé que viene a tocar, ¿pero quién es el otro? Porque esto que está aquí solamente pueden tocarlo dos personas, Chucho Valdés, en aquel momento o Ernán López Nussa, y yo tengo que dar la partitura ¿dónde está la partitura? No tenía nada. Y me dice: No, no, el que va a tocar es Michel Legrand con Erik Berchot y había pasado una semana más. Entonces digo: Ay, Tony, entonces la que va a dirigir esto soy yo.

Amaury. Claro.

Zenaida. Muchacho, entonces empiezo a arreglar todo eso y bueno, se hace un coro de cien voces, empiezo a ensayar con la Sinfónica y está todo listo cuando llega Michel Legrand, eso fue tremenda experiencia. Y yo dije: Pero este señor es famoso, y con lo que yo he trabajado: Escoge a la gente que iba a tocar y a cantar, busqué y hablé  los mejores jazzistas de Cuba, y ahí nadie me va a mirar, ¿cómo es eso?, ¡nooooo!

Había un hombre que se llama Gonzalo, que me peló y me peló con tijerita bajito, como si fuera a máquina, pero con tijera, un pelado técnico cantidad. Entones me compré unas pullas y me puse unas medias de nylon negras y fue totalmente rompedor.

Cuando yo salí a escena con aquel aspecto unisex, el pelado así, mi vida cambió, porque de la noche a la mañana, en aquel momento había dos canales de televisión, el 2 y el 6 y todo el mundo estaba mirando el Festival, así que me hice famosa en 24 horas.

Amaury. ¿Y alguien te pasó la mano por la cabeza ese día?

Zenaida. Ese mismo día. Ese día me pasó también Fidel la mano y yo dije: Ay, desde que me pelé todo el mundo me pasa la mano por la cabeza. Todo el mundo me quería pasar la mano por la cabeza.

Amaury. Bueno, lo que pasa que todo el mundo no es Fidel. (risas)

Zenaida. ¡No, no, fue tremendo eso!

Amaury. Bueno, Zenaidita, tú sabes que los programas terminan. Tú eres conductora de televisión y lo sabes bien. Eres conductora de televisión antes que yo soñara ser conductor de televisión, y lo haces muy bien.

Yo te agradezco que hayas venido, que hayas querido estar con nosotros un rato. Pero me dijiste una cosa y me dio curiosidad, que antes de despedirte dijiste: todo el mundo me pasaba la mano por la cabeza, yo creo que yo no, voy a hacerlo ahora mismo.

Zenaida. A ver, ¡Ay, que lindo!

Amaury. Y te voy a dar un beso.

Zenaida. Gracias, Amaury, gracias por estos programas tan lindos

Amaury. Mi niñita querida, te quiero mucho, mi amor. Te quiero mucho y nos veremos pronto.

 

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