Blogia
Puertopadrense

Quién siembra vientos…

Quién siembra vientos…

Por: Julián Puig Hernández.

 

La historia del mundo, unido a los grandes acontecimientos que hoy constituyen paradigmas del comportamiento humano, lleva aparejado, amén del dolor, una sombra acumulativa que denigra la existencia: el cultivo de tempestades, porque quien siembra vientos…

Desde mucho antes de las conquistas del nuevo mundo, el hombre quiso conquistar, no el corazón, sino el alma de sus congéneres. Para ello puso en prácticas habilidades de todo tipo, pero lo consiguió al precio de la sinrazón y luego, dado el paso primogénito, se lanzó a la conquista del universo.

Eso presupone el sometimiento, por las buenas o por las malas, escondiendo sus pretensiones con subterfugios filosóficos; pero lo cierto es que la contaminación de sangres y culturas es un hecho.

Los poderosos se llevaron a casa cuanto encontraron en sus correrías y, por supuesto, pensaron que era bueno. Muchos años les llevó hacerlo, de manera atroz y descarada, hasta que se inventó la civilización y entonces, por migajas insaciables y continuas, siguieron cargando igual; sin embargo ahora, al cabo del tiempo y las penumbras, los robados presienten que algo les falta y se van allí donde la abundancia es tangible.

Sólo hay que mirar los rostros famélicos de niños en África, los ojos llorosos dentro de los ponchos suramericanos y los rostros curtidos de mujeres, hombres y niños en las interminables arenas de los desiertos.

Las grandes industrias encajan sus chimeneas en los oscuros cielos, para fabricar, no productos que satisfagan necesidades básicas, sino objetos vendibles, aunque inservibles la más de las veces. Se valen de medios de comunicación para hacerte creer que son útiles y para ello disponen de talentos bien pagados, encargados de manipular las voces con sus luces y sombras. El idilio te entra por los ojos y se te deposita en un lugar impredecible del alma.

 

Compras de todo y luego botas de todo porque el portal está lleno de otros objetos que serán viejos en breve. La mayoría se contenta con la esperanza, se siente como si alguna vez ellos pudieran tener, al menos, algo de todo aquello, porque les han hecho creer que es útil.

Las chimeneas siguen ennegreciendo los cielos.

Te hacen creer que todo está allí, al alcance de las manos y luchas por eso; sin embargo el tiempo pasa y la premura, esa vía del raciocinio que no permite espera, te hace infiel. Nadie puede predecir de qué es capaz una persona llena de ilusiones traicionadas.

La felicidad la han hecho objetos. Pobre de aquellos ignorantes, de ojos clavados en los consumos que no tienen acceso a ellos. No conviene a los señores de la manipulación, que tú encuentres la felicidad en tu propia filosofía. El frío se quita con un magnífico abrigo de pieles, te han hecho creer; pero primero te hicieron sentir el frío.

La demanda es mucha, los precios a la postre rasgan las faldas de las posibilidades universales y crece el dolor de la impotencia.

 

¿Qué puede molestarle a un rico, si el mercado quiso al consumidor en sus mostradores?

Crecen las necesidades fabricadas y disminuyen las fuerzas para conseguir las formas de resolverlas.

Estamos en la era de la sinrazón. A las puertas del cataclismo, los explotadores meten sus dedos en la tina para lavarse las culpas; pero les está llegando, minuto a minuto, la hora de recoger las tempestades que han venido sembrando por los siglos de los siglos.

0 comentarios